Coleman instaura una nueva tiranía

Coleman fulminó a sus rivales

Coleman fulminó a sus rivales / EFE

Albert Gracia

Nada le perturbaba. Solo tenía que correr. Qué tontería, ¿no? Tenía que hacerlo desnudo. Sin nada más allá que ese imponente carril que debía llevarle a la gloria mundial. Las gradas semivacías no significaban nada. Ni el despropósito de la organización metiendo solo diez mil personas en la prueba por excelencia de los mundiales le apartaba la vista de su objetivo. 

Solo correr. Solo valía el oro. Las luces se encendieron y los héroes se fueron iluminando lentamente. Eran estrellas en el oscuro y solitario estadio de Doha. Uno a uno todos posaron con sus mejores caras. 

Todos concentrados. Pero había uno que se sabía ganador. Tenía al lado a Justin Gatlin, vigente campeón mundial y campeón olímpico en 2004. 37 años que no le querían pesar. Ayer no era el día. En el otro lado estaban Blake, poseedor de la segunda mejor marca mundial de la historia solo superada por un tal y poco conocido Usain Bolt, y De Grasse, que no venía a la cita a pasearse precisamente.

Pero la noche era para Coleman. El velocista de Atlanta estuvo a punto de no competir en Doha pero menos mal que lo hizo. Suerte que le hemos visto. Las semifinales y las pruebas anteriores llamaban a una cierta superioridad. Había sido el único en bajar de los 10’ en las semis. Pero nadie imaginó lo que iba a hacer en la final. 

Salió como un tiro, cabalgó como un caballo y mantuvo el ritmo como un antílope. Nadie osaba tocarle. Sus pies prácticamente no tocaban el suelo. No hacía falta. Blake lo miraba desde lejos, De Grasse hacía lo que podía y Gatlin se desgañitaba para seguirle. Pero nadie podía seguir al nuevo campeón del mundo. Era imposible hacerlo. 

Nadie lo pudo sujetar

Justin tan solo le aguantó en los primeros apoyos pero luego la bala de Atlanta enfiló su camino al oro y certificó su mejor marca de siempre y la sexta mejor de todos los tiempos (9.76). Lejos quedaron Gatlin, segundo (9.89), y De Grasse, tercero (9.90). El relevo de Bolt ya llegó, señoras y señores. Siéntense, pónganse más cómodos y disfruten de un atleta de 23 que aún tiene mucha tela que cortar.

Plusmarquista mundial de 60 metros lisos en pista cubierta (6.34) y campeón mundial de los 100. Este chico está llamado a hacer cosas grandes y ha prejubilado al inagotable Gatlin. En femenino, por cierto, Fraser-Pryce logró meterse en semis de los 100 metros con la mejor marca de una eliminatoria en Mundiales o Juegos Olímpicos (10.8).

La gran sorpresa

Antes de la majestuosa exhibición de Coleman, el mundo del atletismo vivió la sorpresa más mayúscula de la jornada: el salto de longitud. Echevarría, que llegaba como el favorito para el oro, se tuvo que conformar con un amargo bronce (8.34m) y le brindó el primer puesto a Gayle (8.69m) El español Cáceres tan solo pudo ser séptimo. 

“No estoy nada contento, pero hay que seguir trabajando en los aspectos que faltaron”, dijo el cubano. Su pesimismo contrarrestó con el de Adrián Ben, que se clasificó para las semifinales del 800 con la segunda mejor marca de su serie (1:46.12). También lo hizo el bueno de De Arriba (1:45.67) que pasó en la repesca por tiempos. El que no pudo acceder fue Mariano García.