MITSUBISHI ECLIPSE CROSS
Prueba del Mitsubishi Eclipse Cross, una apuesta arriesgada
Probamos la versión diésel del Eclipse Cross, un SUV atrevido en su diseño con una gran capacidad offroad.
Mitsubishi es una marca históricamente conocida por sus todoterrenos y por el ya desaparecido Lancer Evo. Como su rival más directo en el mercado, Subaru, la firma japonesa basa ahora su oferta en una gama SUV muy completa formada por el ASX, su superventas; el Eclipse Cross y el Outlander. De los 7.445 coches que la marca ha vendido este año, 7.071 corresponden a alguno de estos tres modelos.
El Eclipse Cross es la opción intermedia y más arriesgada del fabricante, que busca ofrecer todas las cualidades de los SUV actuales sin olvidarse de su tradición offroad. Mitsubishi propone un crossover de aspecto arriesgado con una silueta imponente con un marcado contraste entre la parte delantera y la trasera.
El frontal es 100% Mitsubishi, con elementos reconocibles en sus hermanos de oferta como sus grupos ópticos, la parrilla cromada, los embellecedores cromados que recorren los lados de su frontal y las protecciones. La trasera, no obstante, es el rasgo diferencial del Eclipse Cross, con un diseño arriesgado que gustará a muchos y hará dudar a muchos otros. Mitsubishi apuesta por partir la luneta con una franja que une los dos grupos ópticos traseros, situados a ambos lados de la misma en una posición muy elevada. En el perfil destaca sobre todo una línea de cintura ascendente muy definida que termina en los faros traseros. Como no podía ser de otro modo, las protecciones recorrerán todo el vehículo aportando aún más espíritu campero.
El interior ofrece un espacio amplio para cinco ocupantes, aunque el asiento central de la banqueta trasera no es especialmente cómodo. La accesibilidad es cómoda, adjetivo que define perfectamente también a sus asientos delanteros. La posición de conducción, elevada, favorece la visibilidad. Su maletero, de 359 litros, aunque no es enorme, sí ofrece espacio de sobra para la compra o para las maletas de toda la familia.
El habitáculo se muestra robusto, acompañando la estética exterior, con buenos materiales en general, aunque no faltará el plástico duro, y varios detalles cromados. En general la sensación es de comodidad y calidad. El sistema de infoentretenimiento, controlado a través del volante y la pantalla táctil central, no es del todo intuitivo y cuesta varios intentos dominar sus funciones. Punto negativo también el prescindir del navegador, aunque su ausencia se puede suplir mediante las aplicaciones Apple CarPlay y Android Auto. La situación de los controles en general es correcta, aunque algunos están algo escondidos y también costará encontrarlos.
Mejor fuera del asfalto
La unidad probada corresponde a la motorización diésel de 2.2 litros y 148 CV asociada a una caja de cambios automática de ocho relaciones. En carretera, el propulsor ofrece un empuje correcto al acelerar y una recuperación también buena. En general, se desenvuelve bien en términos de potencia y la caja de cambios se comporta de forma correcta, aunque a veces es algo lenta incluso cuando se busca el cambio mediante las levas, fijas tras el volante. No obstante, la unidad probada pecó a veces de falta de estabilidad con una suspensión bastante suave que en ocasiones sufrió en los cambios de apoyo en carreteras reviradas. El control de crucero adaptativo funciona bien en términos de comodidad y detección de vehículos, pero no en términos de recuperación, tardando bastante en recuperar la velocidad de crucero tras superar vehículos más lentos.
Mitsubishi promete un buen comportamiento offroad con este coche, promesa que cumple con creces. Fuera del asfalto, conducir el Eclipse Cross es una delicia. Su sistema de tracción total responde muy bien y permite superar los terrenos más complicados y su suspensión filtra efectivamente las imperfecciones del terreno. La dirección, correcta en carretera, transmite bien lo que ocurre bajo los neumáticos.
En conclusión, el Eclipse Cross es una apuesta arriesgada que puede ser ganadora para Mitsubishi. Ofrece calidad en el interior y una estética que no convencerá a todo el mundo en el exterior. En carretera es un buen SUV, aunque podría mejorar algunos aspectos, y fuera de ella es un coche muy divertido y eficaz que no decepcionará. El precio de la unidad probada parte desde los 35.900 euros.
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