Opinión: Un rally repleto de oportunidades

La prueba se nutre de grandes historias, protagonizadas por grandes campeones, heroínas y personajes anónimos

Carlos Checa empieza su primera aventura en el Dakar

Carlos Checa empieza su primera aventura en el Dakar / MD Rallye Sport

Josep Viaplana

Josep Viaplana

El Dakar ha empezado a rodar con una etapa prólogo que no ha desvelado otra cosa que va a ser una edición muy reñida y en la que, como siempre, se va a primar además de la velocidad la capacidad de no meterse en problemas. La táctica es clara para los más veteranos, como nos mostró ya en el primer día ‘Monsieur Dakar’, el alias de Stéphane Peterhansel, correr lo justo desde para no descolgarse e ir siempre con la caña a punto para aprovechar unas oportunidades que tarde o temprano se presentan.

Es una prueba de oportunidades y aventuras, más allá de la competición deportiva, cuyos primeros puestos están destinados a los grandes equipos que gastan importantes cantidades para el diseño, fabricación y puesta a punto de sus coches y pilotos. El espíritu del Dakar lo veo reflejado más que nunca este año en Laia Sanz, Carlos Checa, Danilo Petrucci y, como siempre, en los pilotos de motos que afrontan la carrera sin asistencias y con escasos medios.

LA HEROÍNA Laia Sanz, que ha competido con éxito en moto durante once ediciones ha dado el salto a los coches. La catalana se ha salido de su zona de confort para afrontar un reto ambicioso, complicado y repleto de rocas por el camino. Estoy seguro que lo puede conseguir, ya que no solo tiene buenos compañeros de viaje sino que su historia, estas historias, son las que hacen grande al Dakar.

Me gusta ver a Carlos Checa afrontando el reto. Estuvimos juntos en 2015 en Sudamérica y quedó enamorado de la disciplina. Lo más difícil es encontrar el ritmo adecuado y si lo consigue dará que hablar porque su espíritu de superación es sublime. ¡Danilo Petrucci! Alguien que tiene el valor de bajarse de una moto oficial en MotoGP y adentrarse en esta aventura tiene mucho mérito y todo mi respeto. Loar, por último, el esfuerzo de aquellos motards que corren con una mano delante y otra detrás, cuyo sueño es competir y acabar. Estos, que cuando acaban la etapa de noche en lugar de descansar tienen que reparar la moto con sus propias manos, merecen un monumento. ¡Vive le Dakar!