CRISIS DIPLOMÁTICA

Si Milei ya insultó a Sánchez el 3 de mayo, ¿por qué España lanza la represalia diplomática ahora?

Los diplomáticos consultados apuntan a lo insólito de las ofensas en suelo español y a que se trata de una decisión de arbitrariedad política

El líder de Vox, Santiago Abascal (i), y el presidente de Argentina, Javier Milei (d), durante el acto ‘Viva 24’.

El líder de Vox, Santiago Abascal (i), y el presidente de Argentina, Javier Milei (d), durante el acto ‘Viva 24’. / EP

Mario Saavedra

A la segunda va la vencida. El Gobierno de España no aplicó ninguna represalia diplomática cuando Javier Milei cargó contra Pedro Sánchez y su mujer el pasado 3 de mayo, como reacción a su vez a los insultos de Óscar Puente al presidente argentino. Dos semanas después, este domingo, el Ejecutivo ha decidido escalar desde la tensión política hasta un conflicto diplomático formal tras mencionar el presidente argentino en un mitin de Vox la "corrupción" de la esposa de Sánchez. Ha retirado "sine die" (llamado a consultas, en la jerga diplomática) a la embajadora española en Buenos Aires y ha convocado al jefe de misión argentino en Madrid para "exigir" disculpas de Milei.

¿Por qué no actuó entonces y sí lo hace ahora? Nadie lo sabe con certeza, pero hay dos factores que influyen. Primero, se trata de una decisión política, no técnica, que toma el Ejecutivo; segundo, la gravedad es mayor cuando las afrentas se realizan en suelo nacional. "Depende absolutamente de la voluntad política del gobierno; es una decisión cien por cien política. Lo que dan los diplomáticos es el arsenal de armas disponibles, pero el calibre que se usa lo decide Moncloa", apunta un diplomático español en activo. "Es distinto que te digan este tipo de cosas desde la lejanía que en tu propia casa. Además, en política interna, les viene bien a los dos", opina otro.

En esta misma línea de pensamiento se ha expresado el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, durante una entrevista en La Sexta: "Nadie acude a la casa de otro a insultar la forma en la que se desarrolla su convivencia. Si [Milei] no rectifica, tomaremos las medidas oportunas". 

Asimetría con la reacción con Israel

Ha habido otras afrentas dialécticas realizadas por representantes de países extranjeros en España iguales o incluso más graves que no han sido respondidas con la misma contundencia.

El pasado 16 de octubre, una semana después de los ataques de Hamás contra Israel que costaron la vida de 1.154 personas, la Embajada de Israel emitió un comunicado en el que condenaba "enérgicamente" las declaraciones de "algunos miembros" del Gobierno de España, acusándoles de "alinearse con este terrorismo tipo ISIS". Aludían, sin nombrarlas, a las entonces ministras Ione Belarra o Irene Montero, que criticaban los bombardeos israelíes sobre la Franja (a día de hoy, causantes de alrededor de 40.000 muertos). El Ministerio de Exteriores español se limitó entonces a responder con un comunicado en el que "rechazaba tajantemente" el texto de la Embajada de Israel y las "falsedades" en él vertidas contra miembros del Gobierno. Pero no usó ningún otro tipo de reprimenda diplomática.

El departamento de José Manuel Albares también optó por no aplicar la reciprocidad diplomática cuando, un mes más tarde, su entonces homólogo israelí Eli Cohen decidió convocar a la embajadora española en Israel, Ana Sálomon, para una "dura reprimenda" y llamar a consultas a Tel Aviv a su jefa de misión en Madrid, Rodica Radian-Gordon. En cambio, España no llamó a consultas a su embajadora en Tel Aviv.

Un mes después, Radian-Gordon regresó a España, fue recibida por Pedro Sánchez en Moncloa, y aquella crisis diplomática se dio por cerrada. Recientemente, Israel volvió a cargar contra contra los "ministros, intelectuales y medios" españoles que acusan a Israel de genocidio. La respuesta española se mantuvo, de nuevo, en el terreno declarativo.

Uno de los diplomáticos antes mencionados recuerda como caso equiparable de ofensas hechas contra un Gobierno en suelo del propio país receptor precisamente otro caso internacional que involucra a Israel. En 2015, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acudió de forma inédita a una sesión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado. Viajó, como en el caso de Milei, invitado por la oposición, en ese caso el Partido Republicano. Y allí cargó contra el presidente, el demócrata Barack Obama, por negociar un acuerdo con Irán. Obama y Netanyahu ya habían dado muestras de una mala relación política y personal. La Administración del demócrata no tomó entonces represalias diplomáticas, pero siguió adelante y firmó el acuerdo con Teherán para frenar su programa nuclear a cambio de aliviar las sanciones.

Hitos del conflicto con Argentina

El conflicto verbal con el presidente de Argentina comenzó el 3 de mayo, cuando el ministro de Transportes acusó al presidente de Argentina de aparecer en televisión "previa a la ingesta o después de la ingesta de qué sustancias".

La Casa Rosada respondió con un comunicado del 6 de mayo dirigido contra Sánchez: "Tiene problemas más importantes de los que ocuparse, como las acusaciones de corrupción que caen sobre su esposa, asunto que lo llevó incluso a evaluar su renuncia”, se leía en el texto. “Por el bien del Reino de España, esperamos que la justicia actúe con celeridad para esclarecer semejante escándalo de corrupción que afecta directamente la estabilidad de su Nación y, por consiguiente, las relaciones con nuestro país”, seguía. El Gobierno de Pedro Sánchez "pone en peligro la unidad del Reino” y "pone en riesgo a las mujeres españolas” por dejar entrar inmigrantes irregulares y “pone en peligro a la clase media con sus políticas socialistas que solo traen pobreza y muerte”. El Gobierno de España mantuvo entonces la réplica contenida, con un simple comunicado en el que rechazaba “rotundamente” las declaraciones del dirigente argentino.

Óscar Puente mostró su arrepentimiento posteriormente y dijo que si hubiese sabido la repercusión que tendría su opinión, no habría dicho lo que dijo.

Este fin de semana, Milei vino a España para asistir al cónclave de la ultraderecha global organizado por Vox en Madrid. Ahí fue donde cargó contra los "zurdos" (la izquierda), contra el Estado del bienestar y donde mencionó la presunta corrupción de Begoña Gómez, la mujer de Pedro Sánchez, lo que desató la escalada diplomática actual, de resultados imprevisibles.