Presidenciales francesas

Macron bate a la ultra Le Pen y aleja la pesadilla de Europa

El presidente francés revalida su mandato otros cincos años pero la ultraderecha logra el mejor resultado de la historia

Macron se queda en el Elíseo

/ Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EFE

Marta López

El presidente 

Emmanuel Macron ha ganado las elecciones a la ultraderechista Marine Le Pen con un 58,2% de los votos frente al 41,8% de su rival. Con esta victoria, Macron, de 44 años, seguirá cinco años más en el Elíseo y entra en el selecto club de presidentes de la V República que han sido reelegidos: Charles de Gaulle, François Mitterrand y Jacques Chirac. En sus primeras palabras tras la victoria, a los pies de la Torre Eiffel, Macron ha prometido un quinquenio "que no será de continuidad", sino una "era nueva" que transformará a

Francia

"en una nación ecológica".

En el Campo de Marte, a los pies de la Torre Eiffel, donde Macron ha convocado esta noche a sus simpatizantes y donde se ha dirigido a los franceses, ha estallado el júbilo cuando las televisiones han dado cuenta de los sondeos. Había confianza en la victoria, pero no la certeza absoluta entre los allí concentrados, muchos de ellos jóvenes agitando banderas francesas y europeas. A la espera de que llegara el presidente, bailaron al ritmo que marca un conocido DJ. "Allez , allez" ("Vamos, Vamos"), cantan también.

El resultado de Macron salva a Francia de una ruptura con los valores y la tradición republicanas que hubiera sido total de haber ganado Le Pen, líder de Reagrupación Nacional (RN), el partido que heredó de su padre,

Jean Marie Le Pen

, y antes llamado Frente Nacional. A Europa le ahorra la peor de las pesadillas: la de ver en uno de sus países fundadores y fundamentales a la 

ultraderecha populista

 en el poder, con la nada oculta intención de debilitar esa unión que nació impulsada desde París y que Macron se propone fortalecer en su próximo quinquenio.

Lejos del 66%

Pero lo que no ha podido evitar el presidente reelegido es que la ultraderecha haya conseguido el mejor resultado de la historia y haya cautivado a casi la mitad de los franceses. El resultado obtenido por el dirigente de la La Republique En Marche (LREM) está muy alejado del 66% de hace cinco años. El dirigente que entonces dijo había entendido “la cólera, la ansiedad y las dudas de los franceses y prometió luchar contra las "divisiones que minan a

Francia

" y alimentan a la ultraderecha, ha acabado por agrandar esa brecha.

Lo ha hecho además con una abstención récord -a las 17 horas superaba el 37%- símbolo del descontento de buena parte de la sociedad francesa y de la desconexión con la política. Es el síntoma también del debilitamiento del llamado Frente Republicano -término que se acuñó hace 20 para referirse al cordón sanitario de todos los partidos para cortar el paso a la ultraderecha- frente a una opción, que en continua progresión desde los años 80, se revela con serias opciones de gobernar algún día. Por eso, siendo perdedora, Le Pen habló de "una gran victoria".

Imagen blanqueada

A ella le corresponde el éxito de haber blanqueado la imagen de un partido al que cambió el nombre en el 2018 y que ya no asusta tanto a los franceses pero que sigue anclado en los mismos principios que enarboló su padre: antiinmigración y antieuropeo. Con una imagen más presidenciable, más cercana, una moderación de fachada y erigiéndose en la candidata "del poder adquisitivo" y del "pueblo" ha logrado ampliar su base electoral.

Pero no todo el rechazo a Le Pen se ha traducido en una adhesión a Macron, un presidente que genera un rechazo visceral en una parte de la izquierda y de la sociedad francesa, la gente castigada por la globalización, del mundo rural o de la periferia abandonada de las ciudades. Para esta parte de los franceses, el dirigente distante y arrogante, de trajes impecables que envío a la policía a reprimir el movimiento de los chalecos amarillos es solo es "el presidente de los ricos".

Ni el líder insumiso, Jean-Luc Mélénchon, que se quedó a las puertas de pasar a la segunda vuelta pidió directamente a sus 7 millones de votantes que apoyaran a Macron, solo que no lo hicieran por Le Pen. Pero Mélenchon sabe que el dirigente le debe parte de su victoria y la va reivindicar, reclamando un giro a la izquierda al gobernante. La oposición al presidente se llama a partir de hoy mismo Mélenchon, que ya ha pedido a los franceses a que lo elijan como "primer ministro" en las elecciones legislativas de junio, la "tercera vuelta electoral", como las define el politólogo de Sciences Po Gaspard Estrada.

Macron no lo va a tener fácil en el Elíseo. Ahora ya no cuenta con el período de gracia de hace cinco años y la Francia que va a gobernar está más radicalizada y fracturada que entonces. El 58% de los franceses votaron opciones radicales y populistas en la primera vuelta electoral y arrinconaron como fuerzas residuales a los partidos moderados que han marcado la vida política de la República francesa después de la Segunda Guerra Mundial: socialistas y conservadores, que no sumaron ni el 7% de los sufragios.

No se puede decir que Macron no esté acostumbrado a nadar en aguas difíciles. Su primer mandato no ha sido suave, marcado por las protestas de los chalecos amarillos primero, la pandemia después y para acabar con la

guerra de Ucrania

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