La primera (y más agradecida) experiencia de Míchel como entrenador

El técnico del Girona dirigió un equipo de prebenjamines de Vallecas cuando tenía 24 años para hacer la prestación social sustitutoria

La Escuela de Fútbol Mar Abierto de Madrid fue la primera experiencia de Míchel como entrenador

Un joven Míchel, con los niños de la Escuela de Fútbol Mar Abierto de Madrid

Un joven Míchel, con los niños de la Escuela de Fútbol Mar Abierto de Madrid / DIARI DE GIRONA

Marc Brugués

Sentir elogios y reconocimientos hacia la figura de Míchel se ha convertido en el pan de cada día gracias a la brillante trayectoria que el técnico madrileño está firmando a Montilivi. Al ascenso en su primer año aquí, lo siguió una temporada en que se frotó Europa y ahora, el equipo es líder de Primera División por ante Barça y Madrid después de doce jornadas. «Es diferente, especial, mágico, nos ha dado energía a todos al club» o «convirtió todo el sufrimiento acumulado en éxitos» son algunas de las palabras que le dedicó Quique Cárcel en una entrevista a Diari de Girona esta semana. El director deportivo rojiblanco se deshace en elogios cada vez que habla de Míchel. No es el único. También lo van sus colegas de profesión y muchos de los jugadores que ha entrenado, tanto a Girona, como la Huesca y al Rayo, a quien también subió a Primera División en sus dos primeras experiencias en banquillos a la élite (2016-19 y 2019-21).

«Tenéis una joya. Cuidadlo bien, que no sabe el Girona el tesoro que ha encontrado». No habla nadie vinculado en el mundo del fútbol profesional. Es Miguel Toril, el presidente de la Escuela de Fútbol Mar Abierto de Madrid, y el hombre que tuvo el honor de disfrutar por primera vez del Míchel entrenador. Corría el año 1999 y el joven Míchel, con 24 años, tenía que hacer la prestación social sustitutoria. Entonces, en España el servicio militar era obligatorio y la manera de ahorrárselo era haciendo la prestación que consistía a hacer servicios de utilidad pública. Y fue así como Míchel vivió su primera experiencia en los banquillos como entrenador del benjamín del EF Mar Abierto. De aquello ya hace casi un cuarto de siglo, pero la huella que dejó Míchel en la escuela quedará por toda la vida.

¿Cómo fue a parar Míchel al Mar Abierto? Su primer presidente recuerda que cuando Santiago Redondo, exjugador y entonces técnico de la cantera del Rayo, se lo propuso, el club le abrió las puertas. «Enseguida se vio que Míchel estaba encantado en venir. Él se lo pasaba bien y todos lo queríamos muchísimo. Directivos, padres y niños...», explica Toril. El presidente describe como el ahora técnico rojiblanco incluso «se quedaba a jugar al mus» al final de los entrenamientos con los dirigentes. «Era uno más de la familia del club». Su trabajo, como futbolista profesional en el Rayo, no le impedía ir a los partidos de su equipo, que jugaba los viernes. Lejos de la rigurosidad de ahora con el Girona, los entrenamientos de Míchel en Mar Abierto eran un regalo para la chiquillería. También para él que se evadirse durante una horita jugando con sus primeros discípulos. «Aparte de entrenar y enseñar conceptos futbolísticos a los niños, él jugaba y se lo pasaba en grande», recuerda Toril.

DE MAESTRO A COMPAÑERO

Quien se acuerda menos de aquella temporada es Toni Arranz. Lógico. Tenía tan solo cuatro años y era uno de los chiquillos que abanicaba las primeras patadas a la pelota. «Era muy pequeño! Sí que sé que salimos al As y al Marca en unos reportajes que le hicieron», explica el ahora jugador del Cornellà, de Primera RFEF. Arranz es el único de aquella formada de Mar Abierto que ha acabado siendo profesional (Rayo B, Ibiza, UCAM, Ejido, Córdoba, Numancia...). Antes, durante su eta de formación al Rayo volvió a coincidir con Míchel. En este caso, ya como compañeros la campaña 2012-13. «Yo era juvenil de segundo año y me subieron a entrenar con el primer equipo donde todavía estaba Míchel, que jugaba su última temporada antes de retirarse». El joven Arranz tenía la oportunidad de reencontrarse con su primer mentor, que le soltó una frase que nunca olvidará. «Me dijo, cuando vengas con el primer equipo entrena sin miedo ni vergüenza».

Arranz y Míchel no han perdido nunca el contacto desde entonces. «Cuando estaba en el filial, hacía de segundo entrenador de la Alevín B del Rayo donde jugaba su hijo grande, Miguel Ángel», revela el futbolista. Incluso se encontraron en un casamiento hace dos veranos y hablaron del Girona. Ahora, con el equipo rojiblanco líder de Primera, Arranz no duda a asegurar que Míchel es «el mejor entrenador de Primera División». «Voz por donde hacer daño los rivales con una facilidad agobiante» y esto está al alcance de unos pocos elegidos. De momento, los horarios de los partidos con el Cornellà no le han permitido acercarse a Montilivi a ver y saludar su exentrenador, pero no piensa tardar mucho a hacerlo.

A raíz de aquella experiencia, la relación de Míchel con la escuela de Vallecas se ha mantenido hasta ahora y, todavía, cuando puede hace alguna visita a los niños. Con el presidente, el vínculo pasó a ser de amistad. «A menudo lo iba a ver al final del entrenamiento del Rayo y íbamos a hacer un pincho moruno aquí junto a la Ciudad Deportiva. Ha venido a comer en casa alguna vez y, con mi mujer, fuimos al hospital a ver su hijo Miguel cuando nació. Como persona es un cielo. No le ha subido nada la fama en el jefe ni se cree ningún Dios. Este es su gran secreto».