Sacheri: "En Argentina, hubo un día en que pensamos: 'o nos reconciliamos con Messi o lo perdemos"

El escritor argentino recuerda que en su país, "el clic con Leo ya se produjo hace unos años"

Fiel seguidor de Independiente, Sacheri disfruta del buen trabajo de Tévez en el banquillo del 'Rojo'

Eduardo Sacheri publica 'Nosotros dos en la tormenta'

Eduardo Sacheri publica 'Nosotros dos en la tormenta' / Federico Paul

Javier Giraldo

Javier Giraldo

A Eduardo Sacheri (Buenos Aires, 1967) se le puede considerar ya sin reservas un clásico de la literatura contemporánea. Desde que su primera novela, 'La pregunta de sus ojos', convertida en el guion de 'El secreto de sus ojos', ganase un Oscar a la mejor película de habla no inglesa, su nombre forma parte de lo más selecto de las letras argentinas.

Futbolero, apasionado de Independiente de Avellaneda y enamorado de Messi, Sacheri acaba de publicar ‘Nosotros dos en la tormenta’ (Alfaguara), retrato íntimo de los ideales y frustraciones de dos guerrilleros urbanos en la Buenos Aires de los años setenta.

-'Nosotros dos en la tormenta' viaja a 1975, a las actividades guerrilleras de Montoneros y otros grupos que luchaban contra el régimen. ¿Diría que es su novela más específicamente argentina?

He intentado profundizar en la situación de un grupo de personas que en un momento determinado deciden llevar a cabo acciones violentas como respuesta política: ese el faro que define la novela, que transcurre en Argentina en 1975. Hay ciertas cosas propias del país y de esa época, pero hay muchas otras que hablan del uso de la violencia como herramienta política universal, algo que ha sucedido no solo en muchos países de América Latina, también en España. Es Argentina, es 1975, pero que un grupo de personas decidan que la acción armada es el mejor método para resolver conflictos ha pasado en muchos sitios, España o Italia sin ir más lejos.

-Deja claro en la primera página que el libro es fruto de un arduo proceso de investigación.

La violencia política es un tema incómodo: hay gente que tiene una mirada muy crítica y gente que tiene una mirada muy romántica o idealizada de este tipo de actos, pero a mí no me interesaba manejarme en esos prejuicios. Acudí a mucho material académico, aquí en Argentina las universidades han investigado mucho; y a gente que vivió esos días. La parte testimonial me permite crear un mundo verosímil y sólido. Para que vos, como lector, y leas desde donde leas, no notes que te impongo mi mirada, sino que te invito a un contexto.

-Uno de los personajes expresa sus dudas sobre lo que está haciendo. Otro, en cambio, está firmemente convencido de que la lucha armada es el único camino posible.

Todas las personas somos muchas cosas a la vez y a veces lo más visible de nosotros es una de esas caras. Todos somos múltiples. Y me parece que una novela es una invitación a asomarte a nuestra complejidad; es la manera de entendernos en nuestra humanidad. Cuanto más múltiple es, más humana.

'Nosotros dos en la tormenta', de Eduardo Sacheri.

'Nosotros dos en la tormenta', de Eduardo Sacheri. / Alfaguara

-En el libro se habla a menudo del peronismo, esa ideología política tan cambiante y que desde España nos cuesta a veces entender. ¿En qué consiste en realidad el peronismo?

Es normal que tengas esa sensación. Al ser un movimiento político que ha pendulado de la derecha a la izquierda más de una vez, causa perplejidad. El mismo movimiento que nace con Perón en la derecha, luego en los 70 se llena de jóvenes revolucionarios, vuelve a ser de derechas con Memen, luego de izquierdas con los Kirchner y que ahora se prepara para volver a la derecha pasado mañana. El peronismo en realidad es una enorme máquina de poder. Su lógica no es ideológica, sino pragmática. Siempre ha tenido líderes con un enorme pragmatismo para detectar lo que la mayoría del electorado desea. Así funciona desde hace 80 años.

-Permítame preguntarle por su equipo del alma, Independiente, que ahora vive un excelente momento deportivo con Tévez como entrenador poco después de superar un bache económico brutal.

Hace poco tiempo, las cosas estaban terriblemente mal en Independiente. Con Tévez en el banquillo las cosas mejoraron muchísimo. Se alejó mucho la posibilidad de perder la categoría. Los hinchas llegamos a hacer una colecta para pagar las deudas del club. Juntamos más de 3 millones de dólares. Parece que las cosas se enderezan. Qué imprevisible es el fútbol, hace dos meses estábamos en el infierno y ahora no me atrevo a decir que estamos en el cielo, pero casi.

El escritor Argenino Eduardo Sacheri.

El escritor Argenino Eduardo Sacheri. / Federico Paul

-Tévez fue un jugador impulsivo y siempre llevó consigo la etiqueta de ser de un barrio humilde, es muy interesante verlo ahora como entrenador y casi profesor.

Ha sido una sorpresa para todos. Carlos logró cambiarle la cabeza a los jugadores. No contrató a nadie, el equipo es el mismo, pero con un nivel de confianza y de intensidad física muy distinto. Independiente es mucho más sólido. Es un equipo que no brilla, pero que puede ganar cualquier partido. Tévez siempre ha sido un muchacho muy inteligente. Ha sabido entender que le faltaban cosas y eso es muy importante. Saber de qué careces y ver en qué tienes que mejorar. En su vida como jugador y en su carrera siempre fue muy consciente de lo que iba necesitando.

-Usted ha visto a Argentina ganar tres Mundiales. Uno, a los 11 años, en 1978. Otro, a los 18. Y el último, a los 55 años. ¿Cuál disfrutó más?

Es difícil graduar el disfrute. Cuando uno disfruta con el fútbol, realmente esté en el techo del disfrute. Y un Mundial, por definición, es más que un clásico, y la memoria jerarquiza. Un Mundial es ante todo un disfrute. Han pasado once meses desde el último y yo sigo casi como el primer día. Lo de 2002 fue felicidad por delegación, por ver a mis hijos, que tienen veintitantos años, sintiéndose campeones del mundo. Y en esa felicidad por delegación, lo incluyo a Messi.

-En Argentina ya no se mira a Messi con sospecha, sino todo lo contrario

El ‘clic’ llegó hace varios años. Cuando él amenazó con retirarse de la selección, los argentinos, sobre todo los que lo criticaban, se dieron cuenta de que no era eterno. Y pensaron, o nos reconciliamos con él o lo perdemos. Ahí estuvo el cambio. Luego se inicia el ciclo de Scaloni, se gana la Copa América en Brasil, se gana la Finalissima… La selección ya juega en otro marco mental: compañeros de Messi son en su mayoría chicos jóvenes que lo tenían como ídolo. En Argentina, la actitud hacia Messi ha cambiado: disfrutemos a este genio, en lugar de seguir exigiéndole. Cuando llegó el Mundial de Qatar, la sociedad argentina ya estaba reconciliada con Messi, ahora es el delirio.

-Pronto se cumplirán tres años de la muerte de Maradona.

No es casual que ese cántico de ‘muchachos’ que tanto se popularizó mencione únicamente a dos jugadores; Messi y Maradona. Maradona trasciende desde la muerte. A su manera, es un tributo, el hincha argentino enlaza así a Messi y a Maradona. Desde mi ingenuidad, su muerte me sorprendió absolutamente, y eso que su salud se deterioraba a marchas forzadas. Pero claro, yo tenía esa relación de inocencia, la admiración infantil. Uno piensa que sus papás nunca se van a morir. Y cuando se muere Maradona uno piensa, ‘no puede ser, ¿cómo que se murió Maradona?’.