Mascherano: De jefecito a jefazo

Llegó como el teórico relevo de Busquets, pero acabó siendo el capitán en la sombra desde el eje de la defensa

Acostumbrado a destuir en el Liverpool, se vio obligado a aprender a construir en el Barça con sacrificio y persistencia

Mascherano: De jefecito a jefazo

Mascherano: De jefecito a jefazo / SPORT.es

Adrià Fernández

Adrià Fernández

No era el mejor técnicamente, ni físicamente, ni marcaba goles, ni asistía y tampoco iba bien a balón parado... pero entendía el juego como ninguno. Coraje, inteligencia, dedicación, liderazgo y solidaridad van de la mano de Mascherano, aunque el sacrificio y la persistencia son las características que mejor definen su trayectoria futbolística.

El argentino vivía en constante tensión desde el primero hasta el último de sus encuentros y siempre se exigía el 100% de lo que podía dar. “Yo no salgo a la cancha a disfrutar, yo disfruto entrenando, aprendiendo, pero durante los 90 minutos no disfruto del partido. Yo el fútbol lo sufro”, verbalizó en una entrevista concedida a la Revista Panenka.

El ‘jefecito’ era plenamente consciente de sus debilidades como futbolista y hasta donde llegaban sus capacidades, por lo que tenía un perfecto control del ‘timing’ de las situaciones sobre el césped para suplir sus carencias. Aterrizó en el Camp Nou, procedente del Liverpool, como el teórico sustituto de Sergio Busquets en el pivote del equipo, pero acabó ganándose un hueco en el eje central de la defensa, acompañando a Piqué o Puyol.

De hecho, tal y como él mismo ha explicado en alguna ocasión, ha pasado sus mejores años siendo defensa, aunque siempre con alma de centrocampista. Pura supervivencia. El cambio de estilo con el que tuvo que lidiar fue drástico. Acostumbrado a destruir en el Liverpool, se vio totalmente obligado aprender a construir con la zamarra azulgrana.

El balón iba a la velocidad de la luz en los entrenamientos, pero se puso el mono de trabajo y, a pesar de una adaptación muy complicada, se propuso triunfar de blaugrana y lo consiguió. Vaya si lo consiguió. En su primera temporada estaba jugando de titular la final de la Champions. 19 títulos acabó alzando Mascherano con el Barça hasta que supo retirarse a tiempo, en invierno de 2018, cuando no podía aportar más y la irrupción de Umtiti le barrió el paso.

Para el recuerdo, también, su único gol como culé: desde los once metros y ante Osasuna. Fin a las bromas por su sequía goleadora. Y todo el equipo se fundió en un abrazo con el capitán en la sombra. El capitán sin brazalete.