Laura Coviella, la mujer que reina sobre las olas gigantes de Nazaré

Laura Coviella (1988, Santa Cruz de Tenerife) se convirtió hace unos días en la primera española en domar las olas gigantes de Nazaré (Portugal). «Era buena en muchos deportes, menos en el surf... Eso provocó que me lo empezara a tomar en serio»

Laura Coviella, en una imagen de la entrevista

Laura Coviella, en una imagen de la entrevista / EL DÍA

Jorge Dávila

¿Qué le llevó a Nazaré?

Un sueño que llevaba persiguiendo años: un reto que tenía metido entre ceja y ceja que por fin he podido hacer realidad... Estar en medio de esas olas es algo increíble; el escenario soñado.

Dicen que es la primera española en remontar esas olas gigantes; ¿cómo se mide un hito de este tipo?

Pues no lo sé. Cuando salí del mar me estaban esperando para darme la enhorabuena por un logro tan especial. Antes de entrar al agua no tenía ni idea de que podía ser la primera española en surfear en Nazaré... Ni pensé que estaba haciendo historia, ni toda la repercusión que ha tenido en los medios de comunicación. ¡Salió bien!

¿El surf es su profesión?

Sí.

¿Hace mucho?

Un año, más o menos. En el surf llevo metida desde que estaba en la EBAU, luego seguí estudiando a distancia porque ya empecé a dedicarle casi las mismas horas de entrenamientos como ahora y hasta que terminé de estudiar en 2022.

¿Se le da mejor vivir entre olas que los exámenes?

Mucho mejor [ja,ja,ja]. Yo siempre lo pasé mejor en el mar que en clase.

¿Es posible ganarse la vida sobre una tabla?

Desde 2022 voy un poquito más desahogada, pero antes ya vivía sin agobios porque tampoco tenía muchos gastos. Ahora cuento con un par de patrocinadores y estoy algo más holgada: no vivo con las comodidades de un futbolista de los que están bien pagado. No me quejo. Aún no soy rica [sonríe], pero hago lo que me gusta...

Hacer lo que más le gusta y cobrar por ello ya es un triunfo en los tiempos que corren.

Sí que lo es. Disfrutar en el trabajo no está al alcance de muchas personas... Si puedo sobrevivir haciendo esto no voy a pedir mucho más.

¿Y que dure?

Todo lo que pueda y más. Poder vivir del sur es un sueño que llevaba persiguiendo desde los 15 años.

¿Lo tenía claro?

Sí, esto es lo que yo quería para mí... Sabía que era muy complicado pero había que intentarlo. ¡Aquí estamos!

¿Por qué el surf?

Siempre fui una chica ágil a la que los deportes no se les daba nada mal... Probé muchos, pero me aburría. Todo empezó con unas clases de surf en El Médano. Me pareció algo distinto que me exigía mucho y decidí quedarme... Poder mejorar cada día se convirtió en un reto que no podía rechazar.

¿Entiendo que antes lo intentó en otras disciplinas deportivas?

En muchas y no era mala. Más bien, aunque pueda sonar un poco mal, estaba entre las que destacaban... Era buena en muchos deportes menos en el surf. Eso provocó que me lo empezara a tomar en serio [silencio].

¿Ni siquiera se planteó cambiar el rumbo de su vida tras sufrir una lesión de gravedad?

Pasó hace dos años y medio y me costó mucho volver pero éste es un deporte en el que hay lesiones. Sabía que un día iba a suceder y, probablemente, volverá a ocurrir. A pesar de todos esos malos ratos, tenía muy claro desde el principio el deporte en el que quería estar... Lesionarme es un riesgo que forma parte del juego y, por lo tanto, hay que asumir que es algo de lo que no te puedes librar: cuando te toca no queda otra que volver... Trabajar duro para estar alejada de la competición el menor tiempo posible.

¿Qué tipo de riesgos?

Meterte en medio de una ola gigante es retar a la suerte porque sabes cómo vas a entrar, pero no por dónde o en qué condiciones vas a salir. ¡Te puedes hacer daño!

¿Intimida?

Tener sobre tu cabeza toda esa masa de agua es una sensación difícil de explicar: hay miedo, adrenalina, emoción... Estar sobre una ola me obliga a buscar mis límites.

¿Qué se le pasa por la cabeza cuando mira de frente a una ola gigante?

No te da tiempo de pensar mucho [vuelve a reír ], simplemente, intentas no cometer errores y anticiparte a lo que se te viene encima... Una de las cosas en las que piensas es en no caerte. Ahí dentro todo es pura adrenalina; sientes los latidos de un corazón que parece que está a punto de explotar...

Hablamos de olas que pueden llegar a medir...

...en Nazaré se pueden llegar a coger olas de más de 30 metros, pero el día que estaba yo eran de unos 18.

¡Nada, un pequeño edificio de seis plantas!

Depende del edificio...

Antes mencionó de pasada lo de descubrir sus límites, ¿dónde están los suyos?

No lo sé; ésa es una de las razones por las que elegí este deporte. En el mar pasan cosas que no ocurren en una pista de tenis o en una cancha de baloncesto. En medio de las olas nada se repite y es necesario estar en una situación de alerta continua. Aquí cada ola es diferente. Que no fuera la mejor en el surf, que era algo que sí sentía en otros deportes, fue lo que me enganchó a esto.

¿El mar es traicionero?

Mucho, más de lo que mucha gente puede creer... No es lo mismo que le caiga encima una ola de tres metros a una persona que nunca pasó por una experiencia similar a que reviente sobre mí cabeza. ¡Eso es el pan nuestro de cada día para mí!

¿Lo respeta?

Si no lo hiciera no pasaría en él tanto tiempo; el mar es como una ampliación de mi casa al que respeto.

¿Nunca pensó en irse?

No... ¿Irme? No, nunca.

¿Alguna vez tuvo la sensación de decir «de esta no escapo»?

Si pasó no lo voy a decir. No quiero preocupar más de la cuenta a la familia. Es evidente que algún apuro sí que he tenido...

¿Ha valido la pena?

Mucho más de lo que podía imaginar; lo he puesto todo por cumplir este sueño.