Samuel Aranda: "Messi me recuerda a Ferran Adrià"

Samuel Aranda lleva más de media vida haciendo de la fotografía un estilo de vida

Samuel Aranda lleva más de media vida haciendo de la fotografía un estilo de vida / JAVI FERRÁNDIZ

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Te podría preguntar qué tiene que tener una buena fotografía, pero te lo preguntaré de otro modo, ¿qué es para ti una mala fotografía?

[Risas]. Bueno, malas siempre hay muchas. Para mí lo más importante de una fotografía es que emocione. Que te haga sentir algo. Da igual que esté desenfocada, o que sea en color o en blanco y negro. Puede ser una imagen de Messi celebrando un gol o de un conflicto. La clave es que te haga sentir algo. 

En tu caso es muy conocido tu trabajo en conflictos, ¿en qué momento tomaste esa dirección y qué es lo que te atraía de retratar este tipo de situaciones?

Bueno, tampoco me considero un fotógrafo de conflictos, ¿eh? Lo que pasa es que siempre es lo que más llama la atención. Al principio fue un poco accidental. Fui a Palestina e Israel, porque tenía amigos ahí, me empecé a interesar por el conflicto y ya me quedé un poco atrapado. Y aparte también es mucho más sencillo trabajar fuera. 

Pero hablamos de situaciones de riesgo... 

Sí, pero la gente no tiene ese miedo que existe aquí de que le hagan fotografías. En Barcelona salir a hacer fotos es un horror. He estado dos semanas aquí trabajando en dos temas diferentes y todo el mundo tiene mucho miedo; el rollo de la privacidad y todo eso. En Oriente Medio y en África es muy fácil trabajar.

Aranda conoce de cerca los conflictos de Oriente Medio y colabora habitualmente con el 'New York Times'

¿Cuál de los tópicos que acompañan al fotógrafo de conflictos te desmontó pronto la realidad? 

Yo creo que se tiene la idea de que vamos a los conflictos a sacar fotos, a ganarnos una carrera y luego nos vamos a casa y no pasa nada. Y no es así. La mayoría de compañeros que tengo se involucra con la gente. Ahora por ejemplo con la historia de los refugiados te encontrabas en la playa que no había ningún servicio de rescate. Y la gente que estaba ahí, ya fueran turistas o fotógrafos pues ayudábamos en lo que podíamos. Y creo que se tiene ese estereotipo como de que somos fríos y buitres y vamos a hacer fotos de gente sufriendo y luego nos vamos a casa. Y eso no pasa. El 99% de la gente de esta profesión le mueve algo por dentro para hacerlo.

¿Cómo se vive estar delante de una situación muy jugosa a nivel fotográfico pero con la que se puede cruzar alguna línea ética?

Este tipo de problemas lo tenemos en Occidente. La privacidad, el no hacer fotos de gente sufriendo, llorando. Por ejemplo, ahora, durante los atentados en Barcelona casi no se han visto fotos de gente muerta en La Rambla. Y creo que es algo que habla mucho de nuestra cultural. Somos la última cultura a nivel mundial que tenemos un tabú con la muerte. Lo he visto en África, en Asia, en Oriente Medio, y ahí la muerte se vive de una forma totalmente diferente. Y me ha pasado muchas más veces de estar en Gaza o en Irak fotografiando un funeral y que vengan familiares de otra persona que se haya muerto y que te pidan que saques fotografías de ellos para dejar testimonio de eso. 

En algunos sectores se defiende que tienen más sentido la publicación de ese tipo de imágenes de Oriente Medio porque sirven para alertar conflictos con menos visibilidad, todo lo contrario que el caso de Les Rambles...

Me parece absurdo. Desde luego que no hace falta que haya diez páginas de gente muerta y abierta en canal, pero me parece muy cínico que se publiquen fotos de Oriente Medio de gente muerta sin ningún tipo de pudor y sin pixelar la cara de los niños y cuando son europeos entonces sí que les pixelamos la cara. Y creo que está muy relacionado con ese tabú que te comentaba antes. No es proteger, es como censurar, como si no se pudiera tener dolor, hay que mostrarlo y para eso está la fotografía. La memoria humana es fotográfica y cuando alguien piensa en la historia piensa en una fotografía.

Quería preguntarte también por la fotografía deportiva; qué es lo que más te llama la atención y qué es lo que te gustaría ver y no encuentras…

Bueno, la verdad es que no tengo mucha idea de fotografía deportiva [risas]. Pero sí que veo en eventos como los Juegos que ha habido una evolución técnica brutal. Pero cuesta mucho ver algo que te llame realmente la atención. Sí que recuerdo un fotógrafo americano que se llama David Burnett y que lo hace casi siempre con una cámara de placas. Una cámara de 9x12 antigua. Y ahí sí que consigue una fotografía mucho más personal.

¿Qué imagen deportiva es la primera que te viene a la cabeza?

Recuerdo mucho la primera Copa de Europa que ganó el Barça. El gol de Koeman. Ahora casi todo el mundo recuerda la foto de Jordi Cotrina. Si cierro los ojos y pienso en una imagen simbólica me viene esa.

¿Qué deportista te haría especial ilusión fotografiar?

Yo creo que está muy claro. Te diría que Messi.

¿Sí?

Sí. Ya no solo por cómo juega al fútbol sino por todo ese halo de su personalidad. Además sé de gente que lo ha conocido más de cerca, que ha compartido tiempo con él y tal, y es un tipo que es un genio. Y no es un genio solo jugando a la pelota. Esa vida que lleva, el misterio que lo rodea, hace que sea muy atractivo. No es el tipo estrafalario, fiestero a lo Neymar. Me interesa ese punto que tiene casi de autismo, que parece que no hace nada.

 Es curioso porque la gente casi siempre solo destaca de él su talento con el balón.…

Yo tengo la sensación de que se aburre con los periodistas. Ocurre a menudo con este tipo de genios. Por ejemplo, cuando entrevistamos a Ferran Adrià, y las veces que he coincidido con él, me recuerda a él. En el sentido de que está hablando contigo, pero como no le interese lo que le estés diciendo él ya está en otra película, en su mundo. Son gente que tiene una mente privilegiada. Piensan cosas y funcionan de una manera que la gente que se supone que es normal, funciona diferente.