Kiko Amat: "En mi mundo los ultras eran celebridades"

El escritor retrata el universo de violencia de unos hooligans del Barça en 'Revancha'

"A menudo odias lo que querías ser o lo que te ha sido negado", asegura

Kiko Amat ya suma seis novelas: 'Revancha' (Anagrama) es la última

Kiko Amat ya suma seis novelas: 'Revancha' (Anagrama) es la última / Cèsar Nuñez

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, 1971) habla con naturalidad de la brutalidad del ser humano y los impulsos violentos que sienten los parias que no han sido invitados a la fiesta. En ‘Revancha’ (Anagrama) retrata el mundo de unos hinchas neonazis del FC Barcelona. Un universo incómodo y visceral plasmado en una novela frenética.   

Hay escritores que retratan la belleza del mundo y otros que plasman su fealdad. ¿‘Revancha’ es de los segundos? 

No creo sea ninguna de las dos cosas. No me interesaba pintar solo la fealdad, aunque mis libros tienden a eso. Me interesa la búsqueda de la belleza en la fealdad. En un mundo de mierda mis personajes intentan acceder a la gracia. Amador, el personaje principal, es un chungo sin paliativos, pero un chungo con anhelo de redención que está incómodo con su condición.  

¿Pueden encontrar redención los neonazis de un equipo de fútbol que planteas en tu novela?

Nadie crece queriendo ser un hooligan. No creo que funcione así. Hay ejemplos en la vida real. Había un tío que se llamaba Nicky Crane, que era un activista inglés neonazi, que tenía personalidad artística, que dibujaba y que luego salió del armario y renegó de la mayoría de cosas que hizo. Era un tío que en otro mundo, con otra vida, habría sido otra cosa, pero creció en un mundo macabro de brutalidad y violencia salvaje y cogió esa dirección. Creo que el carácter, como decía Heráclito, es el destino, pero también lo es el bagaje. 

Lo que te hicieron es lo que harás...

Bueno, es que si solo has visto violencia y fealdad no tienes un modelo a seguir de bondad. Si tus padres se gritaban y tu padre le levantaba la mano a tu madre, para ti el conflicto y la fuerza bruta es lo normal. Lo interesante de Amador es que no quiere vengarse de gente bonita porque los odie de por sí. Quiere vengarse de la gente bonita y el mundo benigno porque él no pudo acceder a él. A menudo odias lo que querías ser. O lo que te está negado. Y para mí una de las cosas más interesantes del personaje es que él hubiera querido ser un estudiante de bellas artes de clase media. La reacción es exactamente la misma de si te negaran la entrada a una discoteca por ser chusma. Si vives eso, no vas a esgrimir argumentos políticos elaborados, lo que vas a intentar hacer es romperle la cabeza al fulano que te ha tratado como si fueras escoria. 

¿Qué te fascina de la fuerza bruta?

Hay disputas que se pueden alargar o te pueden traumar durante años, como el ‘mobbing’, que un puñetazo las resuelve de una forma inmediata, directa. El conflicto se ha resuelto ahí. Se ha acabado. No hay más conflicto. Sobre todo porque la otra parte no esperaba nunca que tu respuesta fuera física. 

Toda esta gente dañada, ¿qué crees que encuentran en un grupo de ultras? 

El orgullo que te ha negado todo el mundo. Hay clases sociales donde el orgullo, la dignidad y la realización personal tiene un abanico de puta madre. Puedes ser popular, puedes ser atleta, pero en determinados mundos tu orgullo se resume en dos opciones de mierda. Aquí encuentran sentimiento de pertenencia a una pandilla. Ese es tu orgullo: pertenecer a algo. Y el miedo ajeno. El respeto que te da la posibilidad de resolver asuntos con la fuerza bruta . 

El hecho de que sea un equipo deportivo, ¿crees que supone algún plus?

[Se lo piensa]. No creo que le añade nada en particular, simplemente es tu opción. La afiliación más directa. No te vas a ir a un club de alpinismo. Tus afiliaciones son las inmediatas, las que tenía tu viejo: el fútbol local, el equipo de la ciudad. Esa es la afiliación. 

El libro está impregnado de mucha violencia ¿sientes el rencor y el odio como algo cercano?

Son varias cosas. Siempre digo que escribo por rencor y es mayormente cierto. Escribo para contar historias, pero el motor es el ansia del desquite. No es el deseo final, mi deseo final es contar historias, pero el motor en muchos casos es el rencor y él ‘ahora veréis’ por haber sido un chaval débil, nada atlético, que en su momento no pudo mostrar su suficiencia. Dicho esto, no puedes escribir sobre odio y violencia sin haber sentido una ambivalencia en la que ganaba la fascinación al verla.Tienes que haber visto alguna injusticia resuelta con violencia o alguna injusticia hecha con violencia. Tienes que haber visto como aplicar la fuerza sobre algo o alguien modifica una situación. Tienes que haber visto eso, interiorizarlo, aunque no te parezca guay simplemente para ver la potencia de algo así. Supongo que la violencia me ha electrizado, pero nunca la he practicado por razones obvias.

¿Cómo te has documentado para retratar el mundo de los ultras del Barça? 

Para mi esta gente es muy familiar, un arquetipo muy presente. A veces conocías a sus familias, sabías cómo era su viejo. En mi mundo de los ochenta, eran celebridades en los institutos. Todo el mundo sabía cuáles eran los ultras. Y en los noventa esta gente se hizo muy famosa, salían en los periódicos, era muy bestia. Pero yo no soy periodista de investigación. No me interesaba hacer historia de los Boixos. Hubo un punto en el que dejé de investigar porque no quería que fuese demasiado real. Lo que sí ocurre es que construyes personajes de ficción con elementos de realidad. Quieres que sea verosímil, que esté encajado en un tiempo concreto y que no haya gazapos. ‘Revancha’ no es un libro sobre hooligans de verdad pero todo lo que pasa es en un mundo real, y ese mundo es como lo pinto. 

¿Qué tipo de hincha eres?

A mí no me interesaban los deportes con ocho años y no me interesan ahora. Es como el country, lo he intentado pero te gusta o no te gusta. Cuando eres un niño quieres resaltar en algo y, si en algo eres tan malo, le coges ojeriza. No quieres ni verlo por la tele. Un anhelo de la infancia es ser bueno en algo y yo era malo de verdad [sonríe]. No puedes curarte de que no te guste el deporte, aunque te interesan historias asociadas. Dicho esto, cada vez que veo a un intelectual que hace ver que no sabe quién es Messi, me dan ganas de vomitar y patearle la cabeza, porque es una frase asquerosa de soberbia intelectual. 

¿No ves nada interesante que te haga sentarte a ver un partido?

No. Supongo que porque no tengo afiliaciones. Solo me puede pasar viendo la Santboiana, pero por puro linaje: es el equipo de mi viejo y de mi tierra. Una cosa que sí que me gusta de los deportes es que la victoria, a no ser que te hayan robado, es inapelable. Hay números que lo demuestran y eso me encanta. Para mí es algo que anhelar. En el arte nunca accedes a victorias demostrables. Nunca acaba de ser una conquista absoluta y eso es algo que envidio de los deportes.