El Girona se pasa el juego en Montjuïc

Un equipo de época. Trabajado hasta el milímetro, valiente, vertical. Mortífero. El Girona llegó a Montjuïc sin miramientos, sin miedo escénico, sin 'respeto', y pasó por encima del Barça en todas las facetas del juego. Obra maestra para el recuerdo del cuadro de Míchel.

Las bufandas y las banderas rojiblancas inundaban los aledaños del Estadi Olímpic ya desde más de dos horas antes del derbi. Se palpaba un aroma especial. Con los aficionados del Girona con más confianza que nunca en visitas anteriores. Quizás por primera vez en mucho tiempo sentían que podían asaltar el coliseo azulgrana a base de juego.

ESPADAS EN ALTO

Sobre el verde, cartas destapadas desde el pitido inicial. Una partida de póker en la que Míchel tenía clarísimo su rol. Sus ases, las debilidades a atacar. Los puntos de fuga del rival. El Barça, con fe renovada y seguro de completar su ‘Tourmalet’ particular y poder darse un homenaje. Y, sobre todo, acercarse mucho a la cabeza de la tabla. Meterse en la pomada, vaya.

Preciosos los primeros 15 minutos. Tsygankov, que jugaba por dentro por la baja de Herrera, tenía la primera. Raphinha, uno de los grandes agitadores los últimos partidos, se mostraba incisivo. Joao Félix, Pedri. Asociaciones rápidas. En una de ellas Lewy estaba cerca de anotar.

Pero este Girona es mortífero y en una acción aislada, un pase en profundidad se lo comía Christensen (mal también Araujo tirando la línea) y Tsygankov servía en bandeja a su paisano Dobvyk para el 0-1. Minuto 12. Tras un centro envenenado de Cancelo que casi sorprende a Gazzaniga, Lewandowski igualaba de córner. Sí, lean bien. De córner.

DESCOSIDO DE MIGUEL POR DENTRO

Partido nuevo. Pero tampoco se hunde este Girona por encajar un golpe. Está tan bien trabajado atrás cerrando espacios como arriba encontrando pasillos interiores. Y ahí la figura de Miguel Gutiérrez es clave. Una de las grandes obras de Míchel. El jugador formado en La Fábrica se convertía en una pesadilla por dentro. En la primera sacaba Iñaki con la yema de los dedos. La segunda, aún más clara, se iba fuera.

No era capaz el Barça de tapar ese tremendo agujero. Savinho colaboraba, Dobvyk ganaba acciones de espaldas. Y en el 40’ se sacaba el propio Miguel una puntera maravillosa para acallar Montjuïc (1-2). Lo mejor para el Barça, un descanso ultranecesario para corregir varios aspectos. 

Estaba obligado el cuadro de Xavi a un lavado de imagen. Y llegaba. De Jong, con un tiro seco de la frontal poco habitual en su repertorio, y Raphinha disponían de dos buenas. Gündogan y de nuevo Raphinha tiraban muy centrado. Poca convicción en los remates.

PARTIDAZO DE UN ERIC REIVINDICADO

Eric, que estaba cuajando un partidazo aprovechando ese ‘traspapelamiento’ de la cláusula del miedo, sacaba una providencial con Rapha encarando portería. En el 65’, triple cambio. Lo zarandeaba Xavi. Ferran, Lamine y Balde. Alejandro se colocaba aparentemente de central. Pero en ataque hacía de todocampista.

GOL A LO MALLORCA

Pero el equipo se fue apagando. No encontraba el camino para hacer daño y el cuadro de Míchel quería castigar cuanto antes. Se fue agrandando y en un balonazo largo Stuani, que había entrado unos minutos antes, ganaba el duelo aéreo a Araujo. Llegaba Valery, que se llevaba con suma facilidad un contrapie con Koundé y definía exquisito ante Iñaki Peña. 80' de juego y duelo casi sentenciado (1-3).

Llegábamos al añadido con todo igual. Con Savinho habiendo marrado la sentencia. Y ahí, por fin, tras cuatro o cinco claras, Gündogan marcaba su gol. Gran reverso tras pase de Ferran. Quedaban cuatro.

LO MATA STUANI

Pero rápido terminaba la ilusión en la grada de Montjuïc porque en una falta aparentemente sin peligro, llegaba el balón a Savinho y este la ponía al segundo palo para, ahora sí, la sentencia de Stuani. Éxtasis gerundense. Día histórico.