El drama económico del Barça de Joan Laporta: más allá de las palancas

La industria del fútbol se transforma y hay que adaptarse para sobrevivir. El club afronta cómo ser rentable sin renunciar al asociacionismo que lo hace diferencial

¿Debe renovar el Barça su modelo?

Xavi: "Laporta es el mejor presidente de la historia del Barça y tiene que demostrarlo otra vez"

Xavi elogia a Laporta tras sus tres años de mandato / SPORT.es

Marc Menchén

Los números no acompañan. En lo deportivo, tercer puesto en la Liga masculina por detrás del Real Madrid, a ocho puntos, y del Girona, a uno, con 27 partidos disputados. En Europa, un desenlace complicado. Un juego que no convence, un entrenador que se irá a final de temporada y un campo en obras. La situación económica también sigue siendo delicada y muy concentrada en el fair play financiero o la deuda, valorada actualmente en 1.172 millones netos. Complicados escenarios donde tomar decisiones en los próximos meses.

¿Qué modelo tiene futuro?

El debate ha sido una constante en la historia del FC Barcelona. Disparidad de opiniones sobre entrenadores, jugadores, sistemas de juego… y ahora también sobre el modelo de gobernanza y propiedad. Una reflexión colectiva sobre si las costuras del club social pueden resistir al complejo y rápido proceso de transformación de la industria del fútbol. Un modelo asambleario en el que las decisiones deben adoptarse por mayorías, los organigramas cambian al ritmo que lo hacen las juntas y en el que los resultados deportivos condicionan cada votación. Eso, frente a la aceleración de procesos, la búsqueda de talento y la maximización de los recursos que buscan los cada vez más presentes fondos de inversión. Y todo dentro de un ecosistema que en Europa movió unos ingresos de 26.000 millones de euros en 2022-2023, ha soportado unas pérdidas de 11.900 millones durante la pandemia y ha recibido inyecciones de capital por 11.000 millones en cinco años.

26.000 millones es la cantidad que movió el ecosistema del fútbol en Europa en la temporada 2022-2023

La UEFA estima que el 41% de los clubs de Europa están en manos de asociaciones y fundaciones, sobre todo en Escandinavia y los Balcanes. En el Reino Unido, España, Italia y Francia se concentra la propiedad privada, mientras que en Alemania hay un mix entre asociaciones y clubs con inversores que controlan hasta el 49% de la filial futbolística. Muchos ven en la fórmula germánica la solución al futuro del Barça; otros abogan por una reforma de estatutos que modernice el modelo de gestión y resuelva las ineficiencias que genera el actual, sin necesidad de que entren inversores a imponer una gestión más profesional y estable. Entonces, ¿por dónde pasa el porvenir de un Barça que aspira a seguir siendo relevante en lo deportivo sin renunciar al asociacionismo que lo hace diferencial?

Sin el sesgo de los ismos, la UEFA advierte en un reciente informe de que los clubs "de tipo asociativo podrían tener más dificultades para captar fondos dados los obstáculos inherentes creados por la gobernanza asociativa y sus estructuras financieras. Estos obstáculos pueden impedir el crecimiento futuro de estos clubs e impactar en su rendimiento sobre el césped".

¿Cuál es el papel del socio en la gestión?

Un ejemplo práctico de esas dificultades es la poca agilidad con la que el Barça puede firmar grandes operaciones comerciales o corporativas, o que el endeudamiento y la venta de activos -deportivos o empresariales- sean las únicas soluciones a las pérdidas causadas por la pandemia. Contratos de patrocinio, como los de Nike y Spotify, son desnudados y corren riesgo -mínimo- de ser tumbados una vez ya anunciados. Meses de trabajo en transacciones para dar entrada a socios estratégicos que una mala racha de resultados puede hacer caer sin entrar a valorar el fondo de la cuestión. Troceo de préstamos para no superar el umbral que exigiría pasar por asamblea. Esa ha sido la dinámica de un modelo en el que la participación en las votaciones no está sujeta a la representación de una parte de la masa social o al conocimiento de lo que se vota. Todo depende de un sorteo cada cuatro años y la voluntad de acudir a una maratoniana sesión de ruegos y preguntas.

41% de los clubs europeos están en manos de asociaciones y fundaciones, según los cálculos de la UEFA

Los estatutos limitan la asamblea al 2,5% de la masa social y sin un mínimo ejercicio de representatividad de los distintos colectivos o grupos de edad, como sí hacen Real Madrid y Osasuna, fraccionando la elección de los compromisarios por votación en grupos de millares de socios. En estos dos casos, además, solo son asambleístas quienes presentan una candidatura para poder serlo, si bien la elección final en los blancos es por votación y en los navarros por sorteo, pero previa muestra de interés de participar en las dinámicas sociales. En Alemania, en cambio, el Bayern de Múnich permite que cualquier socio mayor de edad y con un año de antigüedad pueda participar en las asambleas. Los tres, además, cuentan con una comisión económica que fiscaliza la gestión en el día a día y realizan recomendaciones no vinculantes.

El banquillo del Barça en San Mamés: Sergio Alegre, Xavi Hernández y Òscar Hernández

El banquillo del Barça en San Mamés: Sergio Alegre, Xavi Hernández y Òscar Hernández / Valentí Enrich

En el caso azulgrana, la elección de quienes forman esta comisión la hace la propia junta y la asamblea solo ratifica, no propone. Su capacidad de influencia es limitada, como demuestra que sus advertencias sobre el incremento de la masa salarial o la dependencia de ingresos extraordinarios en el pasado jamás condicionaron una votación o la hoja de ruta de la junta. La subordinación implícita de fiscalizar a quien te propone también afecta a la independencia y contundencia con la que se expresan. Tan solo Ramon Adell dimitió como presidente de este órgano en 2014-2015, tras ser desoídas todas sus recomendaciones de control del gasto.

Las razones para plantear que todo el club o la sección de fútbol se transformen en sociedad anónima deportiva (SAD) se dividen en dos: financieras y de gestión. Por un lado, está el bloque económico y todo lo que implica, como una mayor capacidad de acceso a capital y financiación alternativa a la bancaria o flexibilidad para dar entrada a socios estratégicos. Esta es la vía que proponen algunos para reducir rápidamente el actual nivel de endeudamiento sin necesidad de vender futbolistas para recuperar la capacidad para conformar una plantilla competitiva. Esta vía, dentro del modelo actual, sería la de promover una derrama, contemplada en los estatutos y que generó una fuerte controversia social cuando se puso sobre la mesa hace dos veranos; un rechazo mayoritario que también cuestionaba si el sentimiento de pertenencia de los socios es real o una condición que únicamente consideran como paso previo a conseguir un abono para el Camp Nou, lo que los convierte más en clientes que en propietarios.

458 euros por socio es el ingreso medio del Barça, casi 100 euros por debajo de lo que recauda el Real Madrid

Tampoco se ha atrevido nadie a plantear subir el precio de los pases de temporada, entre los más competitivos del mercado. El ingreso medio por socio es actualmente de unos 458 euros en el caso del Barça, por los 557 euros del Real Madrid, tomando como referencia la temporada 2022-2023. El Athletic Club está en 575 euros y la diferencia con otros equipos de Primera División es de apenas unos 100 euros. El problema es que una actualización de cuotas, ni que fuera del 10%, apenas generaría unos seis millones extra, insuficientes para resolver el desfase actual entre ingresos y gastos o compensar el desgaste que tendría para la directiva del momento.

En cuanto a quienes promueven la vía de la privatización como requisito indispensable para el futuro, consideran que resolver los problemas de gobernanza y establecer un modelo que aporte estabilidad en la gestión y garantice una visión de club es imposible con las dinámicas actuales. Se trataría de blindar la sostenibilidad frente a la presión social y económica -en este caso, de los avales- a la que cada junta está sometida y que dificulta que los intereses de club y junta siempre converjan. Eso, opinan los teóricos, podría resolverse con un pool de inversores institucionales que aporten estabilidad y control en la parte financiera para blindar el modelo.

¿Competir con fondos y ‘holdings’?

El ejemplo del Bayern vuelve a ponerse sobre la mesa. El club aprovechó el fuerte tejido industrial de Baviera para captar 277 millones de Adidas, Audi y Allianz entre 2002 y 2014 a cambio del 25% de la filial futbolística. Los recursos sirvieron para repagar la deuda del estadio y fortalecer un modelo de gestión que ha equilibrado la autosuficiencia económica con la competitividad deportiva en Europa. Las ganancias acumuladas en los últimos 15 años ascienden a 287 millones -no perdió dinero ni en pandemia- y los dividendos que se derivan de estas van en un 75% al club, que sigue gestionando las cuotas sociales -los abonos, la SAD- y las secciones polideportivas. El modelo bávaro refleja que esos inversores ancla protegen la sostenibilidad económica con criterios de gestión, más allá de los vaivenes deportivos.

81% de los ingresos ordinarios, de media, supone la masa salarial del Barça (sueldos de futbolistas y amortizaciones por fichajes) desde 2014-2015

A 2.000 kilómetros, Florentino Pérez ha conseguido algo similar sin necesidad de la transformación en SAD total o parcial. El Real Madrid gana dinero cada año desde 2000, con un modelo presidencialista que ha dado estabilidad al equipo de gestión y en el que la obligación para la junta de avalar con el patrimonio personal neutraliza mejor los riesgos que en un modelo como el azulgrana, en el que terceros pueden avalar en nombre de los directivos. Paradójicamente, el eterno rival es el ejemplo de que todas las dificultades actuales pueden resolverse sin inversores externos, siempre y cuando haya una convicción clara sobre qué prevalece en la ecuación entre sostenibilidad económica y competitividad deportiva.

Joan Laporta, presidente del Barça, que ha declinado hacer declaraciones para Prensa Ibérica, consideró semanas atrás en Rac-1 que el Bayern "es un modelo equivocado". "¿Por qué debemos tener empresas dentro, si ya las tenemos fuera y podemos hacer que participen de una línea de negocio sin estar dentro del club?", se cuestionó.

El fondo de inversión Sixth Street controla hoy el 25% de los derechos de televisión nacionales, que suponen el 5% del volumen de negocio ordinario del Barça. Porcentaje similar al que lograría el inversor que comprase el 49% de BLM, entidad que gestiona todo el retail. En Barça Media, con la que se especuló que podría alcanzar una valoración de 1.000 millones, no está claro qué porcentaje del negocio actual pasaría a gestionar y cuánto sería potencial. Con la financiación del Espai Barça, en la que Goldman Sachs se reserva el derecho de intervenir en la dirección comercial si no se cumplen objetivos, los fondos participan mediante un fondo titulizado en un negocio que supone el 20% del total. Ahí es donde el Real Madrid ha abierto las puertas a Sixth Street y Legends por 360 millones.

"Algunos de estos clubs ahora están optando por alterar sus estructuras de propiedad, buscando fondos de terceros inversores privados, quienes a cambio obtienen cierto control sobre las operaciones del club", constata la UEFA. Es decir, la entrada de inversores ya se ha dado. El debate es más hasta dónde se les quiere o debe dar entrada.

¿Cómo controlar los gastos?

Rechazada por ahora la entrada de inversores en el core business, los mecanismos de control interno son los que deberían fortalecerse para garantizar la sostenibilidad. En el Barça, la masa salarial (sueldos de futbolistas y amortizaciones por fichajes) ha representado, de media, el 81% de los ingresos ordinarios desde 2014-2015 y el 71% de los ingresos totales, incluidas las palancas. Es la partida más sensible a los vaivenes en caso de mala planificación y en la que más se peca de hacer un esfuerzo adicional en caso de presión social por malos resultados. 

38,9 millones son las pérdidas anuales registradas en las distintas secciones polideportivas durante las últimas 20 temporadas

En este punto, la pregunta que muchos se hacen es si el Barça está hoy mejor, igual o peor que cuando entró la junta de Laporta. La situación no ha mejorado tanto como podría haberlo hecho de contener más los costes en los primeros dos años de mandato. Se hizo limpieza con ventas y rescisiones, pero los contratos más altos se respetaron o difirieron, soportando esa inercia de los contratos con la venta de activos por más de 800 millones. Es algo sobre lo que ya advirtió Grant Thornton en su última auditoría.

Esas operaciones tienen un impacto en el medio y largo plazo que, habiendo sido clave para que la junta ejecutara su plan inversor en el primer equipo de fútbol, puede afectar a partir de ahora. La operación con Sixth Street supone una merma anual de 40 millones por los derechos de televisión respecto a antes de la pandemia y frente a competidores directos en Europa. Y será así durante 25 años. Con Barça Media, el riesgo a corto plazo es una pérdida de 40 millones (por el impago de Libero) si no encuentran un inversor que asuma ese compromiso, además de una pérdida adicional de 208 millones por el ingreso contable que el Barça se dio en 2022-2023 a cuenta de la valoración de su 51% en su empresa digital.

Estas operaciones extraordinarias para recaudar a corto plazo se ejecutaron confiando en la vieja idea del círculo virtuoso y que la revitalización deportiva traería aún más ingresos que compensarían la merma en el medio y largo plazo por los negocios vendidos. Pero a diferencia de 2003, el Barça ya cuenta con un negocio muy maduro y de los más altos de la industria, con escaso margen para fuertes revalorizaciones al margen de lo que suponga el nuevo Spotify Camp Nou. 

Si no hay desviaciones como en años anteriores, este será el primer ejercicio en el que la masa salarial volverá a niveles previos a la espiral de gasto que se produjo tras la salida de Neymar en 2017, pasando del techo de 636,4 millones de 2018-2019 a los 492 millones en la temporada 2023-2024. Y aquí es donde entran las secciones polideportivas, elemento singular adicional frente al resto de potencias europeas.

2,5% de los socios azulgranas con condición de compromisarios son los que podrían votar una modificación en el modelo de propiedad del club

El club ha soportado con ellas unas pérdidas anuales de 38,9 millones de promedio durante las últimas 20 temporadas, para un agujero total de 777,6 millones. La mitad del presupuesto del Espai Barça. Este año se ha planteado el primer ajuste real del gasto para atajar el déficit anual de las secciones, que aun así será de 29,4 millones. Una losa que, además, afecta a la competitividad del fútbol masculino -y el pujante femenino-, pues todo computa a efectos del límite salarial que concede cada año LaLiga. El debate no es la sostenibilidad del modelo, que es imposible, sino cuánta competitividad podría mantenerse con un déficit muy inferior. Ese es el verdadero círculo virtuoso que el club debe cuadrar: sostenibilidad económica y competitividad deportiva, conceptos difíciles de alinear.

¿Modificar el modelo de propiedad?

Todo el mundo tiene su opinión, pero lo cierto es que el poder de decisión sobre un tema tan trascendental recaería sobre unos pocos. Tanto, como que solo podrían votar el 2,5% de los socios (los que tengan la condición de compromisarios), los senadores, los miembros de la junta directiva, los expresidentes y poco más. Menos de 5.000 personas sobre una masa social de más de 143.000 miembros. Eso, siempre y cuando se abogara por que esa decisión pasara únicamente por la asamblea general y no por un referéndum vinculante como se ha hecho con otras decisiones trascendentales, como el del Espai Barça.

1.172,13 millones es la deuda financiera neta del FC Barcelona en la temporada 2022-2023

Dependería de la junta directiva y de la presión social que se ejerciera que la votación fuera más abierta. Lo dicen los estatutos en el capítulo 9, donde se abordan los escenarios de fusión, absorción, segregación de negocios o la hipotética disolución: "La transformación del club en sociedad anónima deportiva o en cualquier otra forma societaria o deportiva, o de cualquiera de sus secciones con equipos que participen en competiciones deportivas de carácter profesional, previa la segregación de estas en este último caso, exige el acuerdo de la asamblea general adoptado con el voto favorable de las tres cuartas partes de los socios compromisarios asistentes que representen, al menos, la mayoría del total de los socios compromisarios".

La historia demuestra que no habría problema en el primer punto: las juntas siempre han aprobado sus propuestas con en torno al 90% de síes. El problema es el segundo: la baja participación en las asambleas -menos del 20% de los convocados- hacen imposible que esos síes equivalgan a una mayoría simple de todos los compromisarios, que en la última sesión eran 4.451 socios.

A partir de aquí, también sería preceptiva una modificación de los estatutos, previa audiencia pública de 20 días para que los socios puedan aportar propuestas de cambio, añadido o supresión de los distintos puntos. Realizados todos estos pasos, quedaría uno que no es menor, si bien es una pura formalidad y solo sería necesario si la entrada de inversores en la totalidad del club o solo en la sección de fútbol supera el 25% del capital: la aprobación de la operación por parte del Consejo Superior de Deportes (CSD), que únicamente entra a comprobar.