Así se forjaron nuestros héroes (8)

Dani Alves, salvavidas de la familia

Es el crack que nunca desiste. Su persistencia, su compromiso y su dedicación han sido fundamentales para que Dani triunfase como persona y deportista. Desde sus humildes orígenes en Juazeiro donde ayudaba a su padre en el campo hasta el triplete, Alves ha sabido ganarse siempre el jornal con sudor y honradez

Joaquim Piera

Hace diez años, Henry ya era campeón del mundo, Iniesta estaba en La Masia, Xavi había debutado de la mano de Van Gaal… y Daniel Alves, azada en mano y bajo un sol abrasador, trabajaba en el campo ayudando a su padre Domingos, en Juazeiro, su ciudad natal en el interior de Bahía.

De familia humilde de jornaleros, su condición financiera no era precisamente de las mejores y su futuro, como el de millones de compatriotas suyos del Nordeste brasileño, no apuntaba grandes perspectivas. Daniel necesitaba una oportunidad -algo que se paga muy caro en su país- y cuando por obra del destino ésta apareció en forma de balón, no la dejó más escapar. El fútbol fue como un bote salvavidas para él y para toda su familia.

De hecho, su padre siempre fue consciente de que la pelota era la única opción viable para catapultar financiariamente a la familia. Por eso tenía la obsesión de que alguno de sus tres hijos varones -tiene también dos hijas- fuese futbolista. Ésta era una idea que estaba muy arraigada en toda la familia Alves. Dicen que Nei, el hermano mayor que tiene ahora 30 años, era el que contaba con mejores aptitudes, pero Dani tuvo la suerte de estar en el lugar correcto a la hora adecuada.

Su carrera meteórica se inició a los catorce años en el equipo de su ciudad, el Juazeiro Social Clube. Allí se forjó el Alves futbolista que trasladó a los terrenos del juego el espíritu batallador, la generosidad en el esfuerzo y la dedicación, valores estos que aprendió en la vida real como un jornalero más.

Lejos de los grandes focos futbolísticos brasileños, Dani precisaba dar un salto de calidad. Y su gran oportunidad llegó… de rebote. José Carlos Queiroz, entonces técnico del Juazeiro, se incorporó a la base del Bahía y se llevó con él a Lucas, amigo de Dani y estrella por entonces del club. Alves se quedaba en su ciudad, pero la insistencia y la visión de Queiroz impidió que sus sueños y su necesidad de triunfar en el fútbol se esfumasen en aquel momento. Después de mucho esfuerzo, el técnico convenció a los directivos del Bahía para que ficharan también a aquel joven delgado de ojos verdes, por el que pagaron 3.500 euros. En 2000, Dani llegó casi de favor a Salvador de Bahía, a 500 kilómetros de su casa.

Alves fue asentándose en los equipos de base hasta que le llegó el gran día, también por casualidad. En la recta final del Campeonato brasileño de 2001, el Bahía se quedó sin los dos laterales derechos: Denilson, que era el titular, y Mantena, su inmediato reserva, estaban lesionados. El técnico era Evaristo de Macedo, el del mítico gol que con la zamarra blaugrana que eliminó al Real Madrid de la Copa de Europa en noviembre de 1960. El ex delantero no se lo pensó dos veces y apostó por el lateral del juvenil.

El 11 de noviembre de 2001, Alves debutó como titular en el estadio de la Fonte Nova, en la victoria por 3-0 contra el Paraná. "Fui a ver un partido del juvenil y rápidamente me di cuenta de que había un lateral con un talento extraordinario.

Por entonces Daniel ya tenía las mismas características actuales, no sólo era muy voluntarioso, también técnico, rápido y con un potente chute. No dudé ni un momento en ponerlo", cuenta el que fuera jugador blaugrana entre 1957 y 1962.

Las crónicas explican que jugó con descaro, mostrando excelente preparación física, marcando con eficiencia y, claro, apoyando constantemente en ataque. Sufrió un penalty y dio una asistencia. Su actuación fue tan determinante que la 'torcida' entonó: "¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!, Daniel es titular". Evaristo, un técnico de dilatada experiencia, vio madera en el chaval y atendió a los pedidos del público. Alves se hizo con la titularidad.

Evaristo tuvo un papel determinante en la vida de Alves, y éste siempre lo ha considerado uno de sus 'padres' futbolísticos, al igual que Joaquín Caparrós, que fue fundamental para su éxito en el Sevilla. En 2002, ya era titular en el Bahía y se le abrieron las puertas de la 'Seleçao' sub-21 para disputar el Torneo de Toulon (Francia) donde compartió vestuario con dos blaugrana: Motta y Rochemback.

Su evolución en el Bahía era notable y cayó en la telaraña de ojeadores de Monchi. En enero de 2003, participó con la 'Seleção' en el Sudamericano Sub-20 de Montevideo, donde Brasil fue segunda y Dani fue elegido mejor jugador del torneo en su posición. El Sevilla, que estaba buscando un lateral de 'low cost', se fijó enseguida en él. Se lo llevó cedido hasta junio de 2004 pagando medio millón de dólares, y seis meses antes de que expirara el préstamo, en enero de 2004, compró su ficha abonando otro millón de dólares. Años después, la oposición del Bahía criticaría su venta, pero económicamente fue un negocio redondo para los brasileños ya que tras disputar sólo 37 partidos como profesional se revalorizó en un 59.560%.

Del Sevilla, todos recuerdan las dos Copas de la UEFA, la Copa del Rey, la Supercopa de Europa ganada al Barça… pero pocos saben que Alves las pasó canutas durante sus primeros meses en Andalucía. Si no llega a ser por Caparrós, por poco no es repatriado. Sus inicios fueron decepcionantes.

Futbolísticamente no lograba adaptarse, a pesar de que su actitud, como siempre, era intachable. Corría como el primero en los entrenamientos y se vaciaba siempre, pero no había forma de que encajara. Hasta el traspaso de Sergio Ramos al Madrid, llegó a actuar como interior. El club hispalense lo daba casi por perdido, pero Joaquín Caparrós le salvó la cabeza ante Monchi y Del Nido. Por esas casualidades, explotó, cuando Caparrós dejó el Sánchez Pizjuán y llegó Juande Ramos.

En su primer año en el Camp Nou y con el histórico triplete, ha grabado su nombre para siempre en la historia del club. Una nueva página en una vida vencedora, inspirada siempre al ritmo de su samba preferida: "Confesso que sou de origem pobre/ mas meu coração é nobre/ foi assim que Deus me fez/ deixa a vida me levar (vida leva eu!)/ sou feliz e agradeço por tudo o que Deus me deu..." ("Confieso que soy de origen pobre, pero mi corazón es noble, déjame vivir la vida, que la vida me lleve, me siento feliz y agradecido por todo lo que Dios me dio...".

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