Alves, un enamorado del 'pà amb tomàquet'

Es la hora de comer. Llamamos al timbre de una imponente casa en obras. Dani Alves abre la puerta, desde donde se escapa el sonido de una sartén y el olor de su contenido. El futbolista aparece con un balón en los brazos. "Estaba jugando con mi hijo", nos comenta. Pero mientras dura la visita no se despega de él. "Es mi niño", se sincera más tarde. Después de la charla, salimos al jardín. Ahí empieza lo bueno. Tratamos de convencerle para que se ponga la camiseta del Barça que le hemos traído para regalársela, pero huye de ella. "Trae mala suerte. No quiero ni tocarla". Le mostramos la portada de SPORT en la que un fotomontaje logró lo que nosotros no pudimos, vestirle con la elástica blaugrana. Se parte de risa. "Ese no soy yo, es Ronaldinho, que tiene más pectoral. Yo estoy más delgado", explica entre carcajadas. Pero no le importa fotografiarse con ella. Al final, eso sí, se la queda y se la cuelga al hombro antes de despedirnos. El defensa que también es extremo e interior pronto cambiará de casa. Sevilla por Barcelona. Allí volverá a encontrarse con algo que su representante, Rodri, le dio a conocer en una visita a la Ciudad Condal: "¿Cómo se llama? ¿'Pà amb tomàquet'? Estaba buenísimo". A partir de muy pronto podrá comerlo, si quiere, cada día. El 'pà amb tomàquet' y el aroma que sale de la cocina nos abren el apetito. Son casi las cuatro de la tarde. La compañía es grata, pero el hambre aprieta.

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