Volkswagen Golf GTI 2017, vuelve a soñar

Desde bien pequeña las letras GTI sonaron como sueños inalcanzables entre las paredes de mi casa. Las discusiones se sucedían entre mi hermano y mi padre, que pese a compartir sus anhelos por “el mítico” debía ser (no sin arduo esfuerzo) el cabeza de familia responsable y coherente. Sea como fuere el tiempo siguió corriendo, mi “tete” cesó en el intento o más bien silenció su afán al entrar en la veintena hasta que hace unos días mi trabajo acabó por recordarle sus fantasías de adolescente. Un Volkswagen Golf GTI 2017 dormitaba en el parking con su nuevo frontal, el clásico ribete rojo en la parrilla actualizada y una tapicería inolvidable para alguien como mi consanguíneo.

Con todos esos recuerdos en la cabeza empecé la prueba del nuevo deportivo alemán, un modelo que se ha ganado nuestra simpatía con el saber hacer del pionero. Hace unos meses asistimos a la presentación de la nueva gama Golf, con un diseño renovado, un arsenal tecnológico a su servicio y las mejoras mecánicas necesarias para seguir siendo un referente. Ahora pasamos al volante de su versión potenciada, que alcanza los 230 CV tras el chute energético de 10 CV respecto a la generación anterior y que consigue captar la atención de cuantos pasan por tu lado (probablemente el derecho en un adelantamiento). Aquí encontrarás su ficha técnica.

Estéticamente el GTI 2017 hereda la evolución del modelo base como la renovada firma lumínica doble de LED pero con los detalles específicos que lo identifican como el favorito de los más atrevidos. En la primera ojeada al frontal encontramos el ribete rojo y cromado más vistoso que antes al incluirse en el propio faro por debajo de los grupos ópticos. Las entradas de aire ensanchadas y con un diseño “branquial” en color negro nos arrancan una sonrisa sin poder evitarlo. Así recorremos el perfil del Golg GTI fijando nuestra vista en las llantas de aleación de 17 pulgadas que pueden gustar más o menos (para gustos colores) pero que aportan el toque agresivo apuntillado por las pinzas de freno en color rojo. La zaga mejora al encender las luces gracias al bonito diseño de las ópticas y el difusor con los dos tubos de escape cromado avecinan cantos de sirena.

Al entrar en su interior la tapicería estilo tartán, seña de identidad GTI, nos producen un sentimiento agridulce, es lógico que la marca respete su ADN pero esperábamos una adaptación moderna del clásico como en el resto del habitáculo. Y es que los asientos es lo único vintage de su interior, que recibe el mismo arsenal tecnológico que sus hermanos menos potentes con una pantalla central de 9,2 pulgadas (de serie es de 8 pulgadas) que parece la tele de casa gracias a una resolución sobresaliente. También reconocer su capacidad de detección y la velocidad del sistema de infoentretenimiento, que nada tiene que envidiar a un iPhone. En el apartado digital el cuadro de instrumentos de 12,3 pulgadas supone otro 10, un avance tecnológico que ya hemos visto en la marca y otras firmas del grupo Volkswagen. En cuanto al espacio del habitáculo estamos ante un vehículo confortable, con el que recorrer cualquier ruta tanto en las plazas delanteras como traseras, con un buen acceso y amplitud suficiente para cuatro pasajeros. Un quinto reduciría significativamente la comodidad pero puede no llega a ser una tortura. En cuanto a la capacidad de maletero, de 380 litros, puede ampliarse hasta los 1.270 con la fila de asientos trasera abatida.

AL VOLANTE

Nos colocamos ante el volante achatado del Volkswagen GTI con las costuras rojas que adelantan emociones. Accionamos el botón y el propulsor despierta con un sonido tímido pero anunciador, el bloque 2.0 TSI de 230 CV se mantiene relajado ya que conserva nuestra última elección en el selector de modos de conducción, que ofrece la versión Eco, Normal, Sport e Individual. En la ciudad mantenemos la opción más sostenible para intentar reducir nuestros consumos y relajar la rigidez del vehículo que se muestra ágil y confortable. Eso sí, la potencia es la que es y salir del semáforo de una forma tranquila resulta hasta complicado.

Abandonamos la ciudad camino a nuestro destino. Escogemos una ruta con un poco de todo, vías rápidas y algún que otro tramo de curvas. Todo sale rodado, los adelantamientos son pan comido y el viaje se convierte en un paseo tranquilo pero para nada aburrido ¡Qué va! Si se diera el caso tan sólo hace falta apretar el acelerador (siempre cumpliendo los límites de velocidad) y notar como su motor acepta el reto, la dirección se endurece a medida que aumenta la velocidad y la suspensión tolera cualquier superficie. Pocos peros podemos encontrar al nuevo Golf GTI en este ámbito así que nos proponemos el próximo desafío, un tramo revirado y rápido… a ver qué tal.

Empiezan las curvas y no tardamos en activar el modo Sport, de otra forma el coche se nota algo vago. Todo cambia, el motor se enciende y su sonido acelera nuestras pulsaciones. La dirección se endurece pese a que no llega a ser tan deportiva como esperábamos, lo mismo sucede con la suspensión y el cambio DSG de seis velocidades, que saca lo mejor de si mismo gracias a las levas. No es blanda, ni mucho menos, pero para aguantar un ritmo ágil entre curvas debería ofrecer un punto más de rigidez, de otra forma aparece un ligero balanceo que genera cierta inseguridad. En cuanto a los frenos, intachables en el resto de la prueba, se mostraron débiles en alguna frenada agresiva pero suficiente para pasarlo bien sin creerse Fernando Alonso. Estamos hablando de un compacto deportivo sí, pero no llega al nivel de un Seat León Cupra pese a que su precio, de más de 42.000 euros para nuestra unidad, es superior. Pese a esa diferencia económica, el Volkswagen Golf GTI sigue siendo el modelo soñado por muchos y no es de extrañar, su comportamiento deportivo fruto de un motor sensacional y un diseño inconfundible lo convierten en el perfecto candidato de las entelequias.