LA MOVILIDAD DEL FUTURO

El auge del vehículo eléctrico se encalla con el retraso en los plazos de entrega

El tiempo medio que se tiene que esperar para poder estrenar coche eléctrico está entre 3 y 5 meses.

Nissan Leaf.

Presentación en Tokyo del nuevo Nissan Leaf. / periodico

Xavier Pérez

Xavier Pérez

Las últimas declaraciones de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, sobre la muerte anunciada del diésel no solo ha incendiado a los fabricantes del automóvil, sino que ha evidenciado la falta de conocimiento del tema de algunos políticos.

Poniendo el diésel en el entredicho se supone que uno debe tener una solución preparada. Podríamos pensar en el eléctrico. Pero tampoco parece que lo sea. Lo que sí está claro es que la popularización del vehículo eléctrico ya no es una ilusión y está empezando a ser realidad, aunque no en todo el mundo ni al mismo ritmo.

La idea es buena, aunque no es nueva. En el siglo XIX los coches eléctricos ya circulaban por los caminos y carreteras. El primer coche eléctrico data de 1835 y lo creó Robert Andersson. Aunque el primer frenazo al coche eléctrico se produjo en 1859 cuando Edwin L. Drake perforó el primer pozo de petróleo del mundo. De ahí al motor de gasolina fue todo un suspiro. El primer coche de gasolina no llegaría hasta 1886 de la mano de Karl Benz.

De un tiempo a esta parte la idea del coche eléctrico revive con fuerza y la mayoría de los fabricantes de automóviles tienen claro que el futuro es eléctrico. Las emisiones y la conciencia ecológica hacia el planeta hacen que el vehículo propulsado por baterías sea la solución anhelada.

El desarrollo de las baterías de iones de litio es lo que ha llevado al auge del coche eléctrico. Cuanto más compactas y mejoradas sean, mayor autonomía tendrán. Panasonic, Samsung, LG, ATL y Sony son los principales fabricantes de baterías del mundo.

El mercado español dobla las ventas

En los últimos meses el número de vehículos eléctricos en España ha crecido de forma voraz, y eso que no tenemos un país dotado de infraestructuras de recarga lo suficientemente desarrolladas. En el primer semestre de este año el volumen de vehículos eléctricos puros (o sea, nada de hibridaciones) se duplicó en España, pasando de los 2.962 matriculados en 2017 a los 5.906 (según datos de Anfac).

Todo un récord que corre el riesgo de estancarse precisamente ahora que entra en vigor la normativa WLTP de emisiones. La idea de tener un coche eléctrico para el día a día se está extendiendo pero los usuarios (además del problema de la recarga) se están encontrando con que en muchos casos los plazos de entrega superan a los de un vehículo convencional.

El sector demanda planes de incentivos para esta tecnología, pero tal vez antes deberían ponerse las pilas en cuanto a la distribución. De media, un coche eléctrico puede tardar en llegar a las manos del cliente entre 3 y 5 meses. 

A no ser que se disponga de alguna unidad en stock, los fabricantes tienen que pedir el coche a las factorías de producción y éstas se encuentran saturadas de pedidos por un problema evidente: la falta de baterías. La producción mundial se centra básicamente en China y Estados Unidos, y las marcas de automóviles trabajan a marchas forzadas para conseguir tener más volumen. Pero eso no sucede.

De tres a cinco meses

Es por eso que marcas como Volkswagen o hasta hace poco Renault no pudiesen precisar los plazos de entrega de sus versiones eléctricas por el sencillo hecho que no se podían fabricar los coches ante la falta de baterías. La marca francesa solventó el problema y empezó a servir los pedidos ya concertados con anterioridad a partir del 1 de julio (primero País Vasco y después Andalucía, Catalunya y Madrid).

El aumento de la demanda produce un cuello de botella en las fábricas y no hay disponibilidad de vehículos (en Gran Bretaña se llegó a eliminar temporalmente del configurador el Renault Zoe ante la imposibilidad de atender los pedidos). Pese a que las fábricas pueden producir, no hay baterías suficientes. Los stocks son para modelos concretos y cualquier modificación de equipamiento supone un nuevo pedido a la fábrica con la consiguiente demora de producción.

Problemas de suministro

En España se producen retrasos y prácticamente se fabrica en función de la demanda. Algunas marcas como Citroën y Peugeot tienen mejor margen de tiempo en sus procesos de entrega ya que sus modelos eléctricos, Berlingo y Partner, se fabrican en la factoría de PSA en Vigo. Algo parecido sucede con la Nissan eNV200 que se produce en la fábrica de Zona Franca en BarcelonaHyundai tampoco parece tener problemas con el Ioniq eléctrico y de momento tienen modelos suficientes en stock. Tampoco hay problemas para servir el Renault Twizzy, otro ‘made in Spain’.

Sin embargo, el resto de modelos que se ofertan en nuestro país están ‘condenados’ a la espera. El Renault Zoe, que se produce en Flins (Francia), tarda entre tres y cuatro meses en poderse servir al concesionario tras formalizar la compra. El mismo tiempo que tiene el Kia SoulTesla, la marca estrella del coche eléctrico tarda de tres a cinco meses en traer un Model S un Model XBMW (la marca que lleva la mayor cifra acumulada este año con 629 unidades) se apaña con el i3 con tan solo un par de meses de espera para que llegue desde Leipzig (Alemania). Citroën, además del Berlingo, oferta el e-Mehari, un modelo de nicho que puede tardar tres meses en llegar desde la fábrica de Rennes (Francia). Finalmente, entre los top del mercado, el Nissan Leaf de nueva generación puede tardar hasta cinco meses para llega a manos del cliente. Llega desde Sunderland (Gran Bretaña).

La APP de la verdad

Además, el tema de la ecología en el caso del coche eléctrico no está tan, tan, tan claro. Existe una aplicación de una página web con el nombre ‘electricityMap’ en la que podemos conocer al minuto el coste ecológico que supone la producción de los kilowatios eléctricos en cada parte del mundo. Es curioso que, queriendo potenciar el coche eléctrico, no reparemos en el coste real ecológico del mismo. Y es que la electricidad hay que producirla, y en muchos lugares este proceso puede representar una factura ecológica superior a las emisiones de los motores convencionales.

Polonia encabeza la tasa de CO2 para producir un kilowatio de energía con 729 gramos. Esto se debe a que la mayor parte de producción eléctrica es propia a base de quemar carbón. España, sin ir más lejos, ofrece un coste ecológico de 272 gramos de CO2 por kilowatio (además solo el 38% de las energías que producimos son renovables). La quema de carbón y gas son la principal fuente de generación de energía eléctrica. Curioso si queremos impulsar el coche eléctrico. Un ejemplo limpio: Suecia. Allí producir un kilowatio ‘cuesta’ 39 gramos de CO2. En Francia son 59 gramos. En ambos casos la energía nuclear y la hidráulica suavizan el coste ecológico.