Atletismo

Ruth Beitia: "Adiós a la más grande"

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Ruth Beitia, acompañada de "mi otro 50%", su entrenador Ramón Torralbo / EFE

Carlos R. Galindo

Carlos R. Galindo

Ruth Beitia, la mejor atleta española de todos los tiempos, anunció este miércoles su retirada definitiva de las pistas. La atleta cántabra, de 38 años, comunicó su marcha de la alta competición en Santander rodeada de los suyos y “de mi otro 50%”, como acostumbra a decir refiriéndose a su entrenador de toda la vida, un emocionado Ramón Torralbo. Su marcha deja un vacío profundo en el atletismo español. Ya nada será lo mismo.

La eterna capitana, que se proclamó campeona olímpica de salto de altura en los pasados Juegos de Río, no ha resistido los achaques de la edad… y del físico. Los años no perdonan, ni siquiera, a los ‘ángeles’.

Beitia mantuvo el tipo durante todo el acto de hoy e, incluso, en algunos momentos, mostrar su mejor sonrisa –ese desparpajo que la ha convertido en una deportista entrañable– pero, al final, acabó desmoronándose y se despidió bañada en lágrimas al recordar uno de los instantes más gratificantes de su carrera, cuando se abrazó a su entrenador segundos después de proclamarse campeona olímpica: “No olvidaré ese abrazo en la vida; cuando le dije ‘lo hemos conseguido”, evocó la atleta mientras se volvía a abrazar a Torralbo y reprochaba a los periodistas “que me hacéis llorar”.

“Han sido muchos años de trayectoria deportiva en los que hemos puesto el cuerpo al 100% en muchas situaciones, y al límite en otras”, explicó. “La situación a la que nos enfrentamos este miércoles es contaros que dejamos nuestra vida deportiva”, añadió la saltadora.

La cántabra admitió que los últimos seis meses de su vida han sido muy duros: “me he sometido a multitud de  pruebas médicas” –aclaró-. “Lo que me ha dado más problemas ha sido mi hombro. En los últimos tiempos, me producía migración de dolor por todas las articulaciones”. Eso sí, confirmó que no padecía artritis reumatoide aunque sí está aquejada “de una tendinosis del supraepinoso” (inflamación que se ocasiona por el roce provocado por los movimientos repetidos de elevación del hombro). La atleta explicó que muchas noches se despertaba por el dolor “y ya no podía conciliar el sueño”

Londres 2012, punto de inflexión

Lo ocurrido en el pasado Mundial de Londres –acabó última en la final de salto de altura- no le sorprendió del todo “porque el deporte es una lotería”. Además, el dolor no le permitía realizar sus rutinas de saltos en condiciones normales. 

Sin embargo, esa clasificación hizo mella en su moral: “Es mi último Mundial. Dos años más hasta el próximo no creo que este cuerpo aguante. Me voy con sensaciones encontradas”, afirmó la atleta en cuyo ánimo rondaba la posibilidad de retirarse. 

“Hemos visto la otra cara de la moneda. Me voy de vacaciones. No quiero competir más, han sido unos meses muy duros”, añadió tras la final de Londres Desde aquel día y hasta hoy, cuando anunció su retirada de las pistas: “ya he tenido seis meses para asimilar esta decisión. He pasado mi duelo y he llorado mucho. Ahora toca volver a sonreir a la vida, como siempre he hecho”, dijo.

Su propuesta para el futuro pasa por “llevar a otros aspectos de la vida” todo lo que le ha enseñado el deporte y los valores que ha atesorado a lo largo de 28 años en el atletismo. 

“Como entrenadora no valgo”, bromeó y recordó que seguirá vinculada al atletismo por su pertenencia a la junta directiva de la Federación Española y al Comité Olímpico Español, organismos en los que quiere seguir poniendo su “granito de arena”. 

Ruth Beitia recuperó una de sus máxima: “he sido una privileagiada, sí”, señaló. “En los últimos años hemos recogido los frutos de tanto entrenamiento”, que culminó con el mayor de sus logros, un oro olímpico con el que hacia realidad su sueño de subir al podio en unos Juegos Olímpicos.