Ter Stegen demostró que es el número uno

Dídac Peyret

Dídac Peyret

¿Cómo sería el Barça sin Messi? La pregunta lleva hurgando en los miedos más profundos del barcelonismo desde hace meses con la demora de la foto de la renovación. Incluso Serrat, autor en su día del celebrado himno a Kubala, parece dispuesto a mediar en el asunto. 

Este miércoles la cuestión no solo siguió latente, sino que provocó auténtico pavor con la suplencia del argentino pensando en Mestalla. Porque en el Juventus Stadium a muchos les costó reconocer al Barça. O al menos al equipo que durante muchos años ha sido el mejor anuncio posible de este deporte por genuino y excitante. 

Ver a este equipo era una coartada maravillosa para aparcar pesares y tedios vitales durante noventa minutos. Una sensación que se ha ido difuminando –inevitablemente– en los últimos años. La expectativa de las cosas inéditas, el nervio de  lo imprevisto, la antesala de algo grande. Ese hormigueo en el estómago se ha ido perdiendo, a pesar de unos resultados tan rotundos como indiscutibles. Porque el Barça de Valverde lidera la Liga a diez puntos del Madrid y este miércoles se aseguró el pase a octavos en la Champions como primero de grupo tras el empate sin goles en Turín. No es poca cosa a estas alturas de la temporada. Tuvo mucha culpa Ter Stegenque sacó una mano portentosa por abajo a un disparo de Dybala que era puro veneno en los últimos minutos. Nada nuevo para este alemán que parece impasible. Trascendente esta temporada en momentos claves con una naturalidad pasmosa. También en encuentros de brocha gorda como el de Turín. Sin brillantez, de masticar, con un gran plan defensivo.

El alemán vivió tranquilo casi todo el encuentro. Viéndole la cara, el ‘1’ del Barça solo pareció impresionado en el túnel de vestuario cuando se cruzó con Buffon antes del encuentro. El meta al que más admira junto a su compatriota Kahn tal y como demostró en un abrazo final que evidencia todo un relevo generacional.