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Vida de bloguero

El tema de currar en un blog de running (o de cualquier otra cosa imagino) tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por ejemplo cuando tratas de explicarle a tu abuela a qué te dedicas, te das cuenta de que lo tuyo es más abstracto que la macroeconomía; y entonces te preguntas si eres un tecnócrata, que no sabes qué coño es pero te suena a que puedes ser uno de esos por lo moderno de la palabra. Luego buscas el significado y, aunque sigues sin entender lo que es, parece que no te define y te quedas más tranquilo porque la palabra es fea de cojones.

Obviamente no todo es malo, porque aquí no estamos para jodernos la vida. Un momento de gloria es cuando las marcas te contactan para (por ejemplo) viajar a Londres y entrevistar a Carl Lewis, o cuando te invitan a algún evento promocional y te cubren de material e incluso de zapatillas de última generación con tecnologías que prometen cambiar el curso del universo. Y si no hay material pues lo más seguro es que te hinches a comer y beber.

Así al principio te sientes como el Dioni antes de ser capturado por tan sólo manotear unos canapés. Pero lo cierto es que a medida que te van conociendo todo resulta más fácil aunque siempre hay gente muy hostil, ya sean puristas, odiadores, trolls, etc, etc, que te acusan de intrusismo profesional (parece que si no has estudiado periodismo y te da por escribir mereces la horca) o de falta de rigor, o de los delitos más insospechados, y eso siempre te hace reflexionar, más si en las dos últimas semanas has sido víctima de un total de 7 atropellos de copyright por parte de medios considerados “serios”.

De hecho el otro día en un curso de formación en marketing online una compañera periodista me reprochó que escribiese artículos, y enarboló el argumento del intrusismo profesional sin siquiera conocerme o haber leído algo de lo que escribo; desconociendo detalles como que el blog es de correr y corro desde que tengo 8 años (y no tengo 9). El caso es que me hizo reflexionar, porque eso del “intrusismo” me recordó un pasaje de mi tierna infancia, cuando con quizá 12 años hojeaba sobrecogido un catálogo de productos pornográficos que me encontré por la calle, y viendo todas aquellas pollas de goma me quedó grabada una en concreto que se llamaba “Anal Intruder”. No sé bien cómo justificar la relación entre estos sucesos pero así acaeció; y aún me arrepiento de no haber sacado al diálogo ese tierno recuerdo en dicho momento.
Al final todas estas batallas y disputas son la sal de los blogs, pero hay que saber mantener la calma y la esencia. En mi caso lucharé por mantener mi espíritu ruinoso y vender mi tiempo por un buen canapé. Amén.

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1 COMENTARIO

  1. ¡Muy buen artículo!

    La verdad es que he encontrado esta entrada por un poco de curiosidad sobre si se considera intrusismo tener un blog o escribir en uno sin poseer determinados estudios. Y justo he encontrado la respuesta en un blog sobre correr que sigo mucho

    Pienso igual que tú en qué no es necesario haber estudiado periodismo para poder escribir en un blog y mucho menos si es de una de tus pasiones.

    Muchas veces esas acusaciones de intrusismo vienen de personas que sienten como alguien sin esos estudios determinados consigue atraer a una gran cantidad de público. Y es que estudios y calidad no tienen porque ir siempre de la mano.

    ¡Un saludo!

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