El Real Madrid debía afrontar tres partidos antes de jugar la final de Champions en Wembley. Tres trámites que Ancelotti, una vez más, gestionará con esa inteligencia y fluidez que le caracteriza para llegar a Londres con el equipo en velocidad de crucero. Y el primero de ellos, este ante el Alavés, lo utilizó para dos cosas. La primera, cerrar el debate de la portería gracias a la impecable actuación de un Courtois que realizó paradas de auténtico mérito. La segunda, recuperar una versión más brillante de un Bellingham que se divirtió, marcó y asistió. Eso sumado a la debilidad defensiva de un rival que llegaba al Bernabéu de vacaciones, permitió a los blancos exhibirse en un encuentro sin exigencia física ni competitiva.

Real Madrid-Alavés: Cinco a cero... y Courtois de portero (leer noticia)