A la angustia intensa los valencianos la llaman desfici. La sufrió Xavi gran parte del partido en el Ciutat de València para terminar saboreando la victoria como solo se disfrutan las cosas que cuestan Dios y ayuda. En sus ojos encendidos, y un forcejeo intenso con su propio cuerpo, estaba el diagnóstico de un partido completamente desquiciado.

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