El milagro de Molenbeek

El histórico equipo del humilde municipio de Bruselas vuelve a primera división tras conseguir cinco ascensos en siete temporadas

Molenbeek es un municipio de la región de Bruselas-Capital, una especie de barrio vinculado a Bruselas aunque con Ayuntamiento propio y con casi 100.000 ciudadanos censados, situado a solamente tres kilómetros del centro de la ciudad más conocida de Bélgica

Los jugadores del Molenbeek celebran el ascenso a la Jupiler Pro League

Los jugadores del Molenbeek celebran el ascenso a la Jupiler Pro League / KRISTOF VAN ACCOM/BELGA MAG / AFP VIA GETTY IMAGES

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Viernes 18 de marzo de 2016. 16:40 horas. En el número 79 de la calle Quatre-Vents de Molenbeek, un municipio de Bruselas, se produce la detención más esperada en Europa. La policía belga captura al terrorista más buscado: Salah Abdeslam. Durante los últimos meses, el principal objetivo de las fuerzas del orden ha sido terminar con la célula yihadista que había asesinado a 130 personas en París en noviembre de 2015, la mayoría de ellas en la sala Bataclan durante un concierto del grupo norteamericano Eagles of Death Metal. Salah Abdeslam, uno de los responsables del atentado, es detenido ante el estupor de los vecinos. Siete días después del arresto, otros dos ataques organizados en el aeropuerto y el metro de Bruselas acaban con la vida de 35 personas.

Molenbeek es un municipio de la región de Bruselas-Capital, una especie de barrio vinculado a Bruselas aunque con Ayuntamiento propio y con casi 100.000 ciudadanos censados, situado a solamente tres kilómetros del centro de la ciudad más conocida de Bélgica. No es un municipio rico, más bien al contrario. Y su imagen exterior no es, digamos, ni un atractivo para vivir allí ni un gancho para el turismo. Mucho menos desde el vínculo con los atentados terroristas de París y de la misma Bruselas. Pero en los últimos meses, la alegría se ha instalado en Molenbeek. Su equipo, un histórico que ha sufrido varias quiebras y refundaciones desde principios de los 2000, ha ascendido a la Jupiler Pro League, la primera división del país.

“Molenbeek no tiene nada que ver con terroristas. No somos responsables de atentados, más bien somos víctimas colaterales”, reivindica a Sport Dossier Michaël Martorell, hijo de un castellonense y vecino de Molenbeek. Martorell es un gran aficionado del RWD Molenbeek, el equipo al que ha seguido toda su vida y del que ahora podrá disfrutar en la máxima categoría. Pero el ascenso del RDWM47 no es un hito cualquiera en la historia del deporte en Bélgica. Es un caso único. “Nadie imaginaba que volveríamos”, dice Martorell. En 2002, el club murió. Y no solamente a principios de los 2000, sino también en 2014 tras una refundación poco aplaudida. Hace nueve años, el RDW Molenbeek dejó de existir. Hoy, menos de una década después, el equipo está en la élite del fútbol belga.

Matrícula 47

El Racing Daring White Molenbeek es un histórico. Fundado en 1909 con el nombre White Star Club de Bruxelles, fue campeón de liga en la temporada 74-75 ya habiendo completado dos fusiones. Primero, con el Racing de Bruselas, en 1963. La segunda, con el Daring Club de Bruxelles, en 1973, dos años antes de ganar el campeonato. Tras esa segunda fusión se creó el RDW Molenbeek, que consiguió levantar el título de Bélgica y participar asiduamente en competiciones europeas durante los años 70. De hecho, incluso llegó a semifinales de la Copa de la UEFA 76-77, tras no haber pasado nunca antes de octavos de final.

En esas semifinales, el RWD Molenbeek se encontró con el Athletic Club de José Ángel Iríbar, de Lasa Ibarguren, de Javier Irureta, de Carlos Ruiz, de Dani y de Churruca. Ese Athletic que se había cargado antes al Milan y al Barça y que disputaría –y perdería– ante la Juventus de Turín el duelo por el título, con empate a dos goles en el global de la final disputada a doble partido, pero con los italianos habiendo marcado en San Mamés y llevándose la gloria por el valor del gol en campo contrario. Precisamente, el Athletic había superado al RWD Molenbeek gracias a la misma norma. Empate a uno en el Stade Edmond Machtens y empate sin goles en Bilbao.

Pero el RWD Molenbeek empezó a tener problemas económicos durante los años 80. Problemas que en 2002 lo llevaron a la bancarrota y a tener que cerrar su actividad. “Un empresario pensó que sería buena idea comprar el Strombeek y llevarlo a Molenbeek, pero eso no funcionó”, cuenta Martorell. Esa aventura llevó al nuevo equipo a la primera división, pero no acabó de enganchar a los aficionados del histórico RDWM, el equipo con la matrícula número 47 del fútbol belga. Uno de los pioneros en el país. Solamente 46 clubes se fundaron antes.

Molenbeek se sacude parte de su mala fama con un ascenso histórico a la máxima división belga

1.000 contra 50

En 2014, el RWD Molenbeek Brussels Strombeek quebró de nuevo. Una mala noticia que generó una oportunidad de oro para recuperar los orígenes. “Han sido los aficionados los que han levantado el club”, explica Martorell. Un año después de la bancarrota, un grupo de seguidores locales fundaron el Racing White Daring Molenbeek 47, con el mismo escudo y los mismos colores que el equipo de toda la vida. Todo cambió. Molenbeek recuperó la sonrisa y el estadio se empezó a llenar, incluso jugando en la quinta división nacional del fútbol belga, una categoría amateur. “En quinta división, la mayoría de equipos juegan ante unas 50 personas. Nosotros poníamos a 1.000 espectadores en el campo”, dice el belga de origen español. En los desplazamientos la cifra era parecida. Viajaban casi todos, algo que generaba confusión y cierto recelo por su procedencia. “Imagínate: 1.000 personas en campos donde no caben más de 200. Nos recibían con un poco de miedo porque Molenbeek tiene una fama especial. Se pensaban que su estadio lo iban asaltar unos salvajes, pero acababa siendo una fiesta. La afición rival muchas veces reconocía que, al principio, sentía miedo, pero que en el fondo éramos simpáticos”, dice Martorell.

La masa social del RWDM47 no tiene nada que ver con la de otros clubes amateurs. Tampoco su relación con el municipio. El RWDM47 es el equipo de Molenbeek, una comunidad muy popular que sigue atrayendo a sus ciudadanos. “Cuando llegó la inmigración, la gente más rica cambió de municipio. Pero los originarios vuelven a ver los partidos del equipo. Nadie pierde el vínculo”, explica Michaël Martorell, que atribuye una de las claves del éxito al enorme grupo de aficionados que acompaña al equipo tanto en casa como en los desplazamientos. “Esta fidelidad hace que tengamos mucho más dinero que el resto de equipos”, dice.

Su masa social ha llevado al RWD Molenbeek a conseguir cinco ascensos en siete años. Ya en segunda, el empresario norteamericano John Textor, propietario también del Crystal Palace y del Olympique de Lyon, compró el RWDM47. Un paso más hacia la élite que facilitó la llegada de futbolistas de mucho nivel como Kylian Hazard, hermano de Eden y Thorgan. El acenso es un éxito descomunal para el municipio y una alegría inmensa después de tantos años de sufrimiento, no solamente a nivel deportivo. “Molenbeek ya tenía mala fama antes de los atentados de París y Bruselas. La gente se imagina un barrio difícil”, reconoce Martorell. Y el club lo sabe. La imagen no es positiva. “Para luchar contra el prejuicio el club hace prevención a través del deporte. No queremos que vuelva a ocurrir nada, porque fue un trauma para toda la región de Bruselas, pero sobre todo para nosotros, los de Molenbeek. Queremos tener otra fama. Y poco a poco lo estamos consiguiendo, porque tras el ascenso la prensa habló de un equipo con tradición y una gran historia”. La próxima temporada, el RWD Molenbeek 47 volverá a recibir a los grandes del fútbol belga. Es momento de volver a disfrutar.