El 'miedo escénico' lo tiene el Real Madrid

German Bona

German Bona

El 'miedo escénico' no lo tienen esta temporada los rivales del Real Madrid. Lo tienen los propios jugadores y técnicos del conjunto blanco, incapaces de hacer de su feudo un fortín. Ni los más viejos del lugar recuerdan salir 'cabreados' del Santiago Bernabéu en casi la mitad de los partidos que han ido a presenciar, aunque algunos de estos aficionados incluso han decidido dejar de asistir para ahorrarse un bochorno.

Y es que el Real Madrid solo ha ganado 8 de los 15 partidos disputados por ahora en el coliseum blanco. Supera 'por los pelos' el cincuenta por ciento de victorias en casa, cifra más propia de un equipo de media tabla que del actual campeón de Europa con el objetivo de ganarlo todo esta temporada.

Estamos a principios del año y el Real Madrid ya ha dicho prácticamente adiós a la Liga, a 16 puntos del Barça, aunque tiene un partido menos. De los 27 puntos disputados, se ha dejado 10, cayendo ante el Betis (0-1) y en el Clásico frente al Barcelona (0-3), donde fue humillado, y empatando consecutivamente en las primeras jornadas contra Valencia (2-2) y Levante (1-1).

Pero no ha sido la única competición en la que han tropezado los madridistas. En la Champions League, el Tottenham arrancó un empate (1-1) para evidenciar que fueron más fuertes en su grupo que los blancos y especialmente 'sangrante' ha sido el papel como local del Real Madrid en la Copa del Rey. El plan 'B' no ha funcionado para nada y tanto el Fuenlabrada, de Segunda División B, como el Numancia, de LaLiga 1/2/3, arañaron empates a 2-2, es decir, 'retratando' una débil línea defensiva.

EL VILLARREAL PUEDE EXPLOTARLO TODO

Los ánimos cada vez están más 'calientes' en una afición que no entiende qué está pasando, Zidane atraviesa sus peores momentos y el vestuario también está dividido. Con este panorama se plantará el sábado el Villarreal en el estadio. El 'submarino amarillo' puede torpedear definitivamente las escasas aspiraciones ligueras del Real Madrid y crear un cisma de grandes dimensiones en un Santiago Bernabéu que, lejos de imponer respeto, siente vergüenza de que los rivales le saquen los colores.