El purgatorio de Emery

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Cuando no me convocaban, respiraba aliviado porque sentía mucho la presión y era bastante cagón. Quería jugar, pero las dudas me tocaban a la puerta [...] Era poco competitivo porque no me veía capaz de responder a un nivel alto". Unai Emery airea en su libro Mentalidad Ganadora hasta que punto le marcó su etapa como futbolista para afrontar el reto de los banquillos.

Emery es sobre todo un técnico controlador, exigente con el detalle, y obsesionado en mejorar los puntos débiles de sus jugadores. Pocas frases le definen mejor que esta. "Como jugador aprendí mucho de cómo mis entrenadores no lograban suplir las carencias que tenía".

Su carrera como entrenador está íntimamente ligada a los fantasmas que le perseguían como futbolista. Hay ahí una especie de redención; tratar de ser uno de los mejores entrenadores en un mundo, el fútbol, que vivió con cierta sensación de inferioridad como jugador.

Es por eso que el PSG se presentaba como su gran oportunidad. El gran salto de su carrera. El momento de hacer algo grande tras dejar su huella en el Valencia, pero no lograr un banquillo élite como Barça o Madrid en la Liga.

Los resultados hasta ahora ponen en duda que sea el técnico ideal para que el PSG logre sus objetivos. Porque el club francés ya solo contempla la Champions como sinónimo de éxito.

Los éxitos en la liga francesa se dan por hechos con una inversión que este año supera los 400 millones. Más aún con Neymar, el fichaje más caro de la historia, como bandera de un proyecto millonario.

Emery salió del Bernabéu señalado. De nuevo con el PSG superado com ya ocurrió la temporada pasada en el Camp Nou. Otra vez con una remontada y con algunos cambios que son motivo de debate en Francia.

Le Figaro, por ejemplo, destaca que Zidane "le dio una lección a Emery" y avanza que "las próximas semanas serán agitadas para Unai Emery".  'Le Monde', por su parte, habla de "la apuesta perdida de Unai Emery".

La relación entre el técnico y el PSG parece contra natura. Emery, un técnico intervencionista y cómodo con la meritocracia, debe gestionar jugadores con privilegios y que se saben titulares de antemano.  

En el Bernabéu se vio la realidad de un equipo que maneja grandes individualidades pero que ni tiene mentalidad de equipo campeón ni una estructura defensiva que se sostenga ante los grandes de Europa

Con la de ayer, ya son diez las derrotas de Emery como técnico visitante en el Bernabéu. Pero hay más: solo le ha ganado 5 de 21 partidos al Madrid. 

Varias son las decisiones del técnico que hoy son motivo de debate en Francia. La titularidad de Lo Celso como mediocentro resultó ser una apuesta de riesgo. Lo detectó el Madrid que apretó al futbolista para provocar situaciones de ventaja.

Thiago Silva, el capitán, se quedó en el banquillo en uno de los partidos más importantes de la temporada. Y la gestión del equipo con el 0-1 en el marcador fue la de un entrenador conservador. En esa lógica hay que entender el cambio de Cavani por Meunier o la renuncia a Di Maria para agitar la recta final del partido

Todo lo contrario de Zidane, que intuyó el miedo del PSG y dio entrada a Bale, Asensio (demoledor en la recta final del encuentro) y Lucas Vázquez.  

El 3-1 deja a Emery en el alambre. Si no hay remontada en París, el técnico estará simplemente sentenciado. La llegada de Neymar y Mbappé debía servir para que el PSG diera el gran salto en Europa. Pero el Madrid amenaza con volver a dejar en el camino a los franceses. 

Lo sabe Emery que de nuevo volvió a reparar en los árbitros para justificar el resultado. "Con otro arbitraje podíamos ganar", insistió. Al técnico le esperan ahora unas semanas en el purgatorio. El seis de marzo será un todo o nada para Emery. Las luces amenazan con apagarse para Unai.