Entrevista | Edurne Pasaban Alpinista

“Las colas de gente para hacer cima en el Everest me parecen una barbaridad”

Edurne Pasaban es una alpinista y gran amante de la montaña, reconocida por ser la primera mujer en la historia en ascender los 14 ochomiles 

Edurne Pasaban en una sus expediciones

Edurne Pasaban en una sus expediciones / ©Edurne Pasaban

Enric Arqués

Edurne Pasaban (Tolosa, 1973) es una alpinista, ingeniera, conferenciante y formadora en empresas nacionales e internacionales que vive actualmente en la Val d’Aran. Pasaban se convirtió en la primera mujer en escalar los catorce picos de más de 8.000 metros. La alpinista vasca consiguió así, en 2010, ser la primera en conseguirlo en todo el mundo, una proeza que completó tras pasar en 2006 por el hospital, con la mitad de los ochomiles alcanzados, por una depresión. En esta conversación charlamos sobre su amor por la montaña, el mundo del alpinismo, sus inicios y, además, habla sin tapujos sobre la importancia de la salud mental.  

Edurne Pasaban es mucho más que una alpinista. ¿Cómo explicarías quién eres a alguien que no conoce el mundo de la montaña? 

Es difícil, quizá es más fácil ponernos a explicar a los jóvenes quién es Edurne Pasaban, ya que como ya ha pasado mucho tiempo desde que hicimos los 14 ochomiles. Muchas veces, si los jóvenes no saben quién es Edurne Pasaban a lo mejor lo saben si tienen padres muy aficionados a la montaña. Edurne es una alpinista y una persona que ha amado y le gusta la montaña. Y en un momento dado empecé a escalar montañas, primero en España, luego en los Alpes, después en los Andes. Y poco a poco soñaba con montañas cada vez más grandes y con lo que cualquier alpinista sueña: subir el Himalaya. Entonces, tuve la oportunidad de ir al Himalaya, escalar una montaña de ochomil metros a los 24 años siendo joven. Y ahí empezó mi carrera en busca de los 14 ochomiles y dediqué diez años de mi vida a poder conseguir los 14 ochomiles.  

Tu pasión por la montaña empieza con 15 años, cuando tus padres ya te dejaron ir a los Alpes en una furgoneta y escalar el Mont Blanc... 

En ese momento era lo que soñaba, que mis padres me dejaran, era fantástico. Ahora veo que hay chavales de 15 años que son mis sobrinos y les veo unos chavales jóvenes. Entonces me veía muy mayor, pero creo que eso es el paso para que ocurra todo lo demás. Yo pienso que mis padres me inculcaron la montaña, pero no el alpinismo. Y, ellos vieron que eso me gustaba y de la mejor manera. Ellos me apoyaban, ¿cómo? Dejándome ir a los 15 años y poder escalar el Mont Blanc con gente que sabía y estaba en buenas manos. Yo creo que esa aportación de mis padres en aquel momento quizá no la valoré tanto como la valoro ahora.  

¿Cómo ves el alpinismo ahora con imágenes como las del Nepal con colas para hacer cima al Everest?  

Es una pena, me parece una barbaridad que el Himalayismo y, sobre todo, el ochomilismo en montañas como el Everest con estas expediciones comerciales, pero ahora se está yendo a todas las montañas, como el K2 que es el más difícil de los 14. Estas colas me parecen una barbaridad. Muchas veces, digo yo, realmente esas personas que suben ahí aman la montaña o quieren meterse dentro de su curriculum, un récord de subida a la montaña más alta de la tierra. Porque ahora todo el mundo tiene que subir una montaña de ochomil metros, tiene que hacer una ultra trail o un IRONMAN. Y para nosotros eran otras cosas, amábamos la montaña y escalábamos ahí con cuatro cosas, casi sin material ni ayuda. Y ahora esto ha cambiado mucho.  

Llegar a la cima es el objetivo, ¿pero es lo más importante? 

Para mí es el camino. O sea, para mí una montaña de ochomil metros cuando llegas a su cumbre es igual al marcarse el objetivo de subir al monte o cosas más sencillas. Al final, para mí lo que he disfrutado todos esos años, no solo es conseguir llegar a la cima porque esto son 10 minutos, nada, pasa enseguida. Pero, toda la preparación anterior, el soñar con el viaje, el ir. Para mí siempre ha sido el camino.  

¿Qué supone mental y físicamente subir un ochomil? 

Una montaña de ochomil metros hay que prepararla con mucho tiempo. Son muchos meses antes en los que te preparas físicamente, sobre todo en la parte aeróbica, porque nosotros tenemos que trabajar mucho eso corriendo y en bicicleta. Pero, la parte mental es la clave, yo siempre he dicho que, en este tipo de actividad, el 25% puede ser lo físico que tienes que tener, pero el otro 75% es la cabeza que debes tener bien. En esos momentos en los que no puedes más, pero en estos últimos metros, aquí en el Himalaya y cuando salimos a hacer cualquier objetivo. Esos últimos cinco kilómetros o esos cien metros son los que más cuestan. Si la cabeza no la tienes ahí bien trabajada es muy difícil tirar para adelante. Y para nosotros, trabajar eso no era nada fácil.  

¿Para ser alpinista tienes que tener unos valores hacia la montaña y el entorno? ¿Alguien que no los tuviera puede ser alpinista? 

Eso sería decir mucho, pero creo que, si tuviera que elegir un alpinista para hacer una montaña, sí que elegiría uno que tuviera unos valores que sí tiene el alpinismo. Estos son valores de solidaridad, equipo, compañerismo, humildad, esos valores que muchas veces veo que, en todas esas colas, y en esa actividad que se está haciendo en el Himalaya se ha perdido. Solo cuenta la cima y puede estar cualquier persona al lado que tiene problemas o que está muriéndose. Hemos llegado a ver este año mismo, en el que lo único en lo que la gente pensaba era en la cima. Y no había esa solidaridad, ese equipo que a mí durante tanto tiempo me ha transmitido la montaña.  

Has hablado mucho de la importancia de la salud mental y de tu experiencia personal. ¿En el mundo del deporte todavía se habla poco de este tema?  

En el mundo del deporte y en nuestra sociedad sigue siendo un tabú, todo el tema de los problemas y enfermedades mentales. Vivimos en un mundo en que necesita mucho para ir hacia adelante. En el mundo del deporte sí que los hay porque hay mucha presión y nos exigimos mucho. Pero, también en la sociedad, cada vez somos mucho más competitivos y exigentes con todo, miramos más lo que hacen los otros. Y creo que estamos en un buen recorrido, es decir, creo que se empieza a hablar de salud mental, pero creo que hay que hacerlo mucho más. Para mí, hablar de salud mental es poder ayudar a la gente que se encuentra en situaciones que muchos de nosotros, cuando a mí me pasó, no tenía ni idea de que me pasaba. 

En muchos sitios donde tendría que haber nieve, no la hay. ¿Hasta qué punto nos damos cuenta de que la situación de la emergencia climática es muy grave?  

Nos deberíamos de dar cuenta de que la situación es muy grave. Yo hace años me di cuenta de que, en el Himalaya, la primera vez que vi el glaciar del Taula Gurí fue en 1998. En 2008 volví al mismo sitio y me sorprendió. Esto cada vez va más rápido y nos está avisando. ¿Tú te crees que en Vielha puede haber 14 grados estos días? Algo está pasando y quien no quiera ver esta realidad se está equivocando. Y nos tenemos que preparar para esto. 

¿Ahora cuando vas a la montaña por dónde te mueves?  

Ahora vivo en la Val d'Aran y vengo de correr aquí en las montañas que se pueden hacer mil cosas. Pero, yo me escapo ahora por el Pirineo y siempre una o dos veces al año voy al Nepal o al Himalaya.  

Eres embajadora de Oxfam Intermón e impulsas iniciativas para la prueba Oxfam Intermón Trailwalker. ¿Estas iniciativas que te aportan?  

Me aportan muchas cosas. Ser embajadora de estas cosas como esta de caminar unos kilómetros por la montaña, como hace Oxfam Intermón para recaudar fondos para llevar agua a muchos sitios que no la tienen y que tienen que caminar. Y por el cambio climático que es una realidad en otros países. Hay países en los que hay familias que tienen que caminar durante horas para llevar diez litros de agua a casa. Estas iniciativas me llenan un montón, poder poner mi imagen y experiencia en este tipo de iniciativas para poder concienciar a las personas que el cambio climático es una realidad y que podemos echar una mano y que entre todos podemos cambiarlo.  

¿Tienes algún proyecto en mente?  

No, bueno, dentro de un mes me voy al Nepal, pero porque suelo llevar grupos y hacer trekkings. Ahora mismo es más difícil hacer grandes expediciones con un niño de seis años. Tengo proyectos en la cabeza y espero que en pocos años los pueda poner en marcha.