Opinión

Vilda y las incógnitas que deja

Jorge Vilda, destituido como seleccionador femenino español

Jorge Vilda, destituido como seleccionador femenino español

Llego de vacaciones y me faltaba escribir algo acerca del caso Rubiales, aunque a estas alturas creo que mi opinión puede aportar ya muy poco que no se haya dicho hasta hoy. Lo que diga a continuación ya no es novedoso porque se ha dicho de todo, o casi de todo. Decir que el comportamiento y la imagen del presidente de la Federación han sido vergonzosos, ya no es nuevo; que me parece una persona de ademanes zafios, de tono chulesco y petulante, se ha visto en mil imágenes de televisión. Sin embargo, aunque se haya opinado tanto, nunca está de más añadirse a la piña de cabreados porque cuando ocurre algo así, tan bajo como lo que ha hecho el señor Rubiales, uno no ha de callarse aunque diga lo mismo que ya han dicho otros. Añadirse al griterío general a veces no sirve para que te escuchen pero sí para que te oigan.

Ahora Rubiales ha desaparecido, se ha confundido con algún paisaje y nada se sabe de él. Estará protegiendo lo poco que queda de su imagen. Ahora hay un presidente interino que se ha visto obligado a tomar medidas. La más esperada: despedir a Jorge Vilda. Un señor que no caía nada bien a muchas jugadoras, que se le ha visto como escudero del presidente, y en consecuencia se le ha cortado la cabeza ofreciéndola en bandeja pública a las jugadoras. Lo más rocambolesco es que lo despiden con grandes elogios. La Federación ha escrito una carta que parece más una carta de recomendación que una hoja de despido.

Dicen que las jugadoras siguen sir estar contentas con la situación. La nueva entrenadora no gusta. Así que la serie no termina aquí y veremos lo que nos depara los siguientes capítulos.

A mí me gustaría que algunas jugadoras hablasen claro, y no a través de algunas periodistas, y se pusiese sobre la mesa lo que veladamente hubo entre algunas y el exentrenador Vilda. En casos graves las insinuaciones no sirven más que para enmarañar aún más el problema.

Si más allá del caso Rubiales, se quiere que los aficionados apoyemos a las jugadoras damnificadas, hay que hablar claro para que a todos nos quede bien claro la magnitud del problema.