La vida de Dembélé no es importante

Dembélé vuelve al once inicial

Dembélé vuelve al once inicial / David Ramirez

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Ousmane Dembélé es una persona a la que se le da muy bien jugar a fútbol. El Barça le fichó, única y exclusivamente, para que aportara su talento a una plantilla que acababa de perder a Neymar. No llegó a Barcelona deshojando un calendario con el que descontaba los días que le faltaban para visitar la Sagrada Familia. Tampoco pensando quién sería, de entre todos sus compañeros, con el que iba a construir una amistad para toda la vida. Joe Arlauckas, ex jugador estadounidense de baloncesto del Real Madrid, entre otros equipos, confiesa en una excelente entrevista a ‘Jot Down’ que le costó adaptarse al baloncesto español porque no solo le pedían que fuera una estrella en la cancha, sino un ejemplo como profesional fuera de ella.

Algo parecido pasa con Dembélé, al que el barcelonismo le exige que madure, que se comporte como el chico al que cualquier padre entregaría en matrimonio a su hija. Le piden que sea educado, simpático y sociable, que coma sano y que solo se levante de la mesa cuando haya acabado todo el plato. El escrutinio público al que someten a Dembélé tiene un punto de obsceno. Porque a Ousmane lo único que hay que exigirle es que rinda en el campo. Lo que haga en su vida es cosa suya. Como siempre ha sido.