El vértigo de Laporta

Laporta: Según normas del 'fair play' financiero español no podemos fichar

Laporta: Según normas del 'fair play' financiero español no podemos fichar

Albert Masnou

Albert Masnou

Hay decisiones que deben tomarse con valor. Sin mirar el precipicio que te engulle. Y el riesgo que implican porque si te lo piensas mucho, no lo acabas haciendo. Es cómo actúa Joan Laporta con la reforma del Camp Nou. El estadio está en una situación crítica, viejo, que puede competir con los otros de su nivel. Juega en Segunda División. Es una sensación parecida a la que tuve hace años cuando entré en San Siro. Mucha mitología pero el estadio daba, y debe dar aún, pena. Quizás, por eso así le ha ido de mal al Milan y al Inter en las últimas décadas.

Laporta ha decidido tomar el camino del medio para arreglar este problema. El Barça llevaba desde Núñez con el ‘Barça 2000’ soñando en reformar el estadio y los aledaños, los proyectos se amontonaban con los cambios de mandato y los continuos retrasos en los permisos municipales no ayudaban en nada. Laporta ha cogido el toro por los cuernos tomando una decisión tan dura como necesaria: llevar el equipo a Montjuïc durante 14 meses. Se hará eterno. Que nadie lo dude. Pero era esto o seguir dándole vueltas al proyecto inacabado. Con el lastre que hubiera supuesto para el club. Y para el equipo.

Durante los últimos años se habían dado pasos, algunos importantes, como la compra de los terrenos de Sant Joan Despí, la inauguración de la Ciutat Esportiva, la adquisición de los terrenos y la construcción del Estadi Johan Cruyff, la demolición del Mini... pero el problema, y el gran reto, recayó en el mandato de Laporta, que no ha rechazado el envite. A Montjuïc, aunque sea un martirio, para poder reformar el estadio a toda prisa y volver cuanto antes (noviembre de 2024) para inaugurarlo en 2026. 

“Me da vértigo”, admitía la semana pasada Laporta. Es normal. Pero a los presidentes se les escoge para que sean valientes y tomen decisiones. Laporta no ha escurrido el bulto. Hay quien dice que el problema económico será para el siguiente mandatario (“no empezaremos a devolver dinero hasta que el proyecto esté construido y ya genere ingresos”, dijo). Y es verdad, pero para la actual junta también lo es porque deberán paliar las actuales pérdidas (unos 100 al año) y tener al socio, quizás, descontento. Pero no lo olviden: era necesario para le Barça.