El triple fracaso de Florentino

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Anda el madridismo buscando a culpables que exoneren los inmensos errores de su presidente, pero por mucho que Lopetegui o Bale, entre otros, se esfuercen en hacer mal su trabajo, nada puede tapar las responsabilidades presidenciales. Y es que Florentino Pérez no es solamente el presidente del Madrid, también es su Director General Deportivo y en ocasiones, cuando le viene en gana, también es el entrenador aprovechando la debilidad del que en el momento elegido ocupa el banquillo, como es el caso actual.

Pues bien, Florentino ha fracasado en todas y cada una de estas parcelas. Para empezar, el presidente, pues en este caso su actuación correspondía a la del presidente, no se enteró de que su entrenador llevaba tiempo molesto con las injerencias del palco y los movimientos sísmicos que provocaban en el vestuario. Zinedine Zidane le sorprendió aquella mañana del 31 de mayo que le presentó la dimisión, le pilló en bragas, vamos, dicho coloquialmente. Zidane le abandonó harto de que pasara de él, de que no le escuchara cuando le decía que lo mejor sería traspasar a Bale o que dejara tranquilo de una puñetera vez a Keylor Navas.

El conflicto que se armó en el mercado de invierno por Kepa fue mayúsculo y aunque por una vez ganó Zidane, Zizou sabía que el ser superior se la tenía guardada. Tampoco se enteró el presidente Pérez de que Cristiano Ronaldo tenía un acuerdo con la Juventus y en su inmensa vanidad, decidió que esta vez nadie le iba a plantear un órdago. Así que después de que se le marchara Zidane, también dejó que se fuera Cristiano por cien ridículos millones. 

Bien, ya tenemos al presidente sin el entrenador que más le ha ganado y el crack más importante de la historia del club, al menos al nivel de Di Stéfano. Aquí es cuando Florentino se pone el traje de Director Deportivo y no tarda en darse cuenta de que el Madrid ya no es lo que era. Pochettino, Löw, Klopp... le dan la espalda, algo impensable hace unos años. Así que no tiene más remedio que bajar el nivel y atracar a la selección a cuarenta y ocho horas del inicio del Mundial. Más allá del escándalo y las consecuencias que el asalto al banquillo de la Roja pudiera tener para el equipo nacional, lo cierto es que Florentino se quedó con un entrenador sin carisma y de incierta capacidad. Y lo que es peor, el único que le quiso atender, lo que es sinónimo de debilidad tal como se demostró poco después. Respecto a Cristiano Ronaldo, el error fue todavía más grave: ¡simplemente se quedó sin hacer nada!

Ahora le ponemos el chandal de entrenador a Florentino Pérez. Como Lopetegui tiene poco empaque para aguantarle la mirada, o lo que es lo mismo, proteger a sus jugadores más allá de los que se protegen solos, como Sergio Ramos, que es quien le trajo al Bernabéu, aprovecha para colarle a un portero, que no es no de lejos la prioridad del equipo.

Lopetegui traga con el problema que le supondrá Courtois a cambio de pedirle a Rodrigo, pero al final se encuentra de rebote con Mariano. El entrenador Florentino está convencido de que con Bale, Benzema, Mariano y Asensio no se echarán en falta los cincuenta goles de Cristiano. Olvida que no son cincuenta, son ochenta con los treinta que hace dos años marcaron Morata  y James, a los que también dejó marchar para hacer caja.

Y en esas, el entrenador que se sienta en el banquillo, acatando las órdenes de colocar a Courtois como sea y no olvidarse de Vinicius, ha optado por el juego colectivo y el tiqui taca cuando este equipo lleva diez años corriendo para mayor gloria del ahora ausente Cristiano Ronaldo. En cuanto se le ha caído Isco, todo se ha venido abajo, como es natural con un ariete que no ve puerta, como Benzema, y un nuevo líder como Bale, que no está comprometido con la causa ni se espera que lo esté, a la vista de los últimos acontecimientos. 

Y en esas estamos cuando el presidente tendrá que hacer de nuevo de Director deportivo, Hazard es ahora la cortina de humo recurrente, y pronto deberá también ejercer de presidente para cargarse al entrenador y poner a otro al que seguramente ninguneará menos, que es como mejor le ha ido siempre. Piensa en Mourinho... Para mear y no echar gota.