Opinión

El 'teatrillo' de la dimisión de Eduard Romeu

Joan Laporta junto a Eduard Romeu

Joan Laporta junto a Eduard Romeu / DANI BARBEITO

Dicho con todo el afecto del mundo y sin la más mínima acritud: no hacía falta. No, para comunicar la dimisión/salida de un directivo del FC Barcelona, se llame como se llame y ocupara el cargo que ocupara, no procedía convocar a los medios de comunicación, que acudieron al Auditori 1899 del Camp Nou después de recibir una citación urgentísima con una ‘medio verdad’ o ‘medio mentira’, según se quiera ver el vaso. Sí, porque el club afirmaba que “tendrá lugar una comparecencia del presidente Joan Laporta para explicar unos cambios en la estructura del club”. A la hora de la verdad, ¿qué cambios se explicaron? Ninguno…

Hubiera sido suficiente, hubiera bastado, como se ha hecho siempre, con una nota oficial informando de la renuncia de Eduard Romeu, añadiéndole al texto toda la literatura y eufemismos que hubieran considerado oportunos, aunque… ¿Saben qué pasa? Que ellos saben, que nosotros sabemos, que todos saben, que un simple comunicado hubiera dado lugar a todo tipo de interpretaciones y rumorología. Mucho más después de ver cómo está de cargado el ambiente y de todo lo que está ocurriendo en el club en diferentes materias, de ahí ese pequeño ‘teatrillo’ que se interpretó el jueves en el Auditori 1899, donde Joan Laporta y Eduard Romeu se lanzaron todo tipo de lisonjas y halagos, como si quien estuviera en el estrado fuera Messi, Alba o el último fichaje del primer equipo. No recuerdo, salvo error u omisión, en más de cuarenta años de profesión, algo similar. Nunca vi que se despidiera a un directivo con galones de jugador de fútbol.

Nunca un directivo había sido despedido como si fuera un jugador

Se trataba, evidentemente, de que el dimisionario Romeu saliera por la puerta grande, sin el más mínimo rasguño, y que, además, la imagen/gestión del presidente Laporta quedara impoluta. Por eso no se permitieron preguntas por parte de los medios de comunicación, no fuera a ser que alguno planteara cuestiones incómodas. Entonces, ¿para qué los convocas? Sencillamente, para que fuéramos testigos e hiciéramos de correa de transmisión de lo que ellos querían que se viera y se supiera. Es decir, que nos convirtiéramos en cómplices necesarios del sainete. Nos utilizan cuando les conviene.

Se han expuesto, comentado y escrito muchas de las razones por las que Eduard Romeu también toma las de Villadiego y se suma a la larga lista de bajas. No tengo porqué dudar de ninguna de ellas. Eso sí, de todo lo que se dijo en el Auditori 1899 hay una que tengo muy clara: ni por asomo, ni de lejos, la situación económica está encarrilada. Como no consigan ingresos extraordinarios muy pronto, un tren les puede pasar por encima. A Eduard Romeu ya no le atropellará.