Skin in the game

Novak Djokovic, durante el partido ante Sinner

Novak Djokovic, durante el partido ante Sinner / EFE

Marc Menchén

Marc Menchén

Esta semana se ha producido uno de los grandes movimientos corporativos en la industria del deporte. El apetito inversor de los fondos hace meses que convive con el interés de un país, Arabia Saudí, por usar competiciones, clubes y atletas como palanca para abrirse al mundo y limpiar su imagen. Eso, obviamente, implica muchos millones -se cuentan por miles-, así que a las instituciones tradicionales no les está quedando otra que tirar de creatividad, romper tabús y estrechar aún más los lazos con todo su ecosistema. Y ahí es donde entra la gran novedad planteada por el PGA Tour, que quiere que los golfistas sean propietarios del circuito. Skin in the game, que se dice en el mundo de la empresa.

Resumamos la operación. Strategic Sports Group, un vehículo inversor liderado por el dueño del Liverpool FC y otros dueños de franquicias de ligas americanas, ha invertido 3.000 millones de dólares por el 25% aproximadamente de la gestora del circuito profesional de golf en Norteamérica y, a su vez, socia de su homólogo en Europa. Oxígeno financiero para alargar el pulso con LIV Golf (acá, el circuito saudí) y, sobre todo, hacer una propuesta a los jugadores que es difícil de rechazar: acciones de la compañía por valor de 1.500 millones de dólares. Voz y voto, como ya solían tener, pero además retorno económico tangible más allá del que puedan conseguir con el prize money de los torneos.

Esta fórmula se aleja de todo lo que representa el cheque en blanco que Arabia Saudí ofrece a los jugadores, sea en el caso del golf o lo que está haciendo con el fútbol. En lugar de dinero por avanzado y sin más obligación que cumplir un contrato -ahí están todos los futbolistas que ya buscan volver-, lo que propone PGA Tour es un compromiso casi vitalicio. Una relación en la que los intereses de todas las partes deben estar aún más alineados y donde se difuminan las jerarquías y se rompe la relación empleador-empleado para hablar de socios.

Es un cambio cultural importante que exige una mayor visión por parte de los atletas, que con esa condición de accionista deberán conjugar que es mejor para ellos hoy y para los que vendrán mañana. Con un cambio respecto al compromiso que se les pedía hora: si a los de mañana les va bien, ellos se beneficiarán en tanto que todavía accionistas aunque no sigan en la élite. Y el interrogante que surge ahora es: ¿Esto será replicable en todas las disciplinas?

Mi intuición es que en el tenis pasará algo parecido, toda vez que CVC lleva meses tratando de que ATP y WTA creen un único circuito y se esté cortejando con Arabia Saudí para entregarle torneos a cambio de evitar un LIV Tennis. Los jugadores, encabezados por Novak Djokovic, llevan tiempo pidiendo más protagonismo y sería una forma de alinearlos a todos al igual que en el PGA.

¿Deportes de equipo? En mi opinión una quimera, si bien sería la evolución natural del hecho que los clubes ya son propietarios de sus competiciones. Aquí, sin embargo, sólo tendría sentido con jugadores franquicia, como en su día Leo Messi hizo con Inter Miami. Hoy, ni los atletas ni la propia lógica del mercado de compraventa de jugadores creo que hagan factible esa vía.