La Última

De Shakira a Sara Carbonero

Emilio Pérez de Rozas

Quieren que hablemos de meteduras de pata? Venga, hablemos. ¿Por cuál quieren que empecemos, por la del Barça o por la del Real Madrid? ¿O quieren que dialoguemos sobre lo que hubiese ocurrido si, en lugar de citar a Cristiano Ronaldo, a Silvio Berlusconi se le ocurre convocar a Gerard Piqué como testigo de su juicio por las fiestas con Rudy? Porque, si quieren, podemos empezar a conversar sobre eso, sobre la implicación de la estrella del Real Madrid en algo que, por cierto, han borrado de sus primeras páginas los diarios capitalinos.

No, ¿verdad?, dejemos que Berlusconi se defienda como pueda, es decir, atacando a los jueces y a los medios de comunicación (los pocos que no son de su propiedad) de tratar de hundirlo cuando, como todo el mundo sabe, él lo único que hizo fue tratar de aportar alegría a la vida amarga de esas velinas y proporcionarles contactos para que salgan adelante.

Pasemos, pues, a hablar de lo inoportunos que son, a menudo, los que mandan en el fútbol español y en algunos clubs de relevancia. No, no, sobre el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, el señor José Luis Astiazaran, cuyo sueldo anual es de 395.000 euros, no pienso hablar en espera de que presente su dimisión visto, no solo el poder de convocatoria y la credibilidad que tiene, sino su sonado éxito alrededor del paro patronal que propuso.

Escribamos de presidente serios. Digamos, por ejemplo, que Sandro Rosell habla poco pero acaba de meter la pata de mala manera. Si conociese un poco, solo un poco, a Pep Guardiola, sabría que no hay nada que le siente peor que la gente que va por ahí diciendo que el Barça gana con una mano atada a la espalda. Vamos, que golea como, cuando y a quien quiere, que sus victorias son pan comido, que eso de la final de Copa está `chupao¿. A Guardiola le habrá sentado como una patada en la hernia discal oír decir a su presidente (vale, de acuerdo, fue una gracia, un guiño, una `culerada¿, una broma) que él apuesta (“para no perder la costumbre” ¡¡¡por favor!!!) por un 5-0 en la final de Copa del Rey. Esa frase de Rosell suena más a bravuconada madridista, a chorreo de Vicente Boluda, que al señorío que defiende el técnico azulgrana.

Y, hablando de señorío, del otro lado, hermoso, ejemplar, edificante, el gesto promovido por Florentino Pérez prohibiendo que sigan sonando las canciones de Shakira en el Bernabéu tras saber que se ha enamorado y mantiene una relación con el barcelonista Piqué. Es una pataleta, un gesto, una vergüenza tan grande como si los campeones azulgranas se negasen, a partir de ahora, a ser entrevistados, a conceder entrevistas, a Sara Carbonero por ser la novia de Iker Casillas.

Ya ven, dos presidentes amigos, metiendo la pata juntos.