Puerta de la desgracia

Marc Guiu celebra su tanto en Amberes

Marc Guiu celebra su tanto en Amberes / Javier Ferrándiz

Juan Cruz

Juan Cruz

Albert Camus, que fue portero, tiene para la historia una frase en la que un personaje principal de los suyos recuerda cuando tocó en la puerta de la desgracia, y el partido de anoche lo perdió el Barça dejando que la puerta, la portería, fuera escenario de dos desgracias que avergüenzan esta etapa tan delicada de la Champions.

Ni el portero estuvo donde tenía que estar, ni al final su portería no fue guardada como es debido por un equipo que ya sabía, por la experiencia primera, dónde y cómo buscaba el gol el equipo contrario. El desastre fue sin paliativos en la primera parte; un equipo juvenil, hasta el veterano era un juvenil, pues Lewandowski ya no vive aquí, se dejó arrastrar al lado de la derrota en el minuto 1 del partido, pero luego se dejó hacer como si estuviera al mando de chiquillos. El empate fue un ensayo de recuperación que no tuvo efecto real hasta que no entraron en el campo dos ilustres delanteros, Pedri y Lamine Yamal.

Esos dos muchachos animaron al resto de los profesionales, algunos de los cuales, como Christensen, fueron capaces de sacar calidad o vergüenza donde no había ni ensayo ni alegría. La trepidante entrada de Guiu, aquel héroe del primer minuto, salvó por un instante la cara del Barcelona, pero de nuevo la maldita desgracia camusiana volvió a tocar en la puerta sin blindaje de un portero que ayer más que un suplente era un ausente.

Perdió el Barça. Del todo. Y yo me voy llorando por nada.