El PSG, una bomba a punto de estallar

Draxler y Neymar durante la final de la Copa de Francia 2019

Draxler y Neymar durante la final de la Copa de Francia 2019 / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

El presidente del PSG, Nasser Al Khelaïfi, abrió ayer por sorpresa la caja de los truenos y aireó los trapos sucios de su club: “Los jugadores deberán asumir sus responsabilidades. Tendrán que hacer más, trabajar más. No están para complacerse. Y si no están de acuerdo, las puertas están abiertas. No quiero más comportamientos de estrella”.

Es un mensaje nada sutil a Neymar, con un toque añadido a Mbappé, después que las dos estrellas del club parisino hayan filtrado su incompatibilidad en las útimas semanas. Da hasta risa que el presidente del PSG le pida a su gran crack que no se comporte como una estrella cuando fue él quien le consintió todo lo que quiso en el mayor traspaso de la historia del fútbol hace dos veranos.

Y es que la de Neymar y el PSG fue una boda de conveniencia con el único interés del dinero, destinada a romperse más pronto que tarde. La relación ha tenido múltiples desencuentros, pero sin duda el detonante final es la eclosión de Mbappé, una amenaza para la jerarquía del brasileño, que se fue del Barça por no estar a la sombra de Messi y se ha encontrado de repente a la sombra de Mbappé, pero en un club artificial, en una liga de circunstancias y sin un ecosistema que le exija lo que pide su fútbol.

Neymar se ha pasado dos años filtrando su descontento y su nostalgia de Barcelona, pero hasta hoy el PSG se mantenía firme en su voluntad de no venderlo. Las declaraciones de Al Khelaïfi a un medio tan estratégico como ‘France Football’ suponen admitir por primera vez el conflicto y abrir descaradamente la puerta al que hasta hace muy poco era su principal activo.

Empieza a vislumbrarse que en la guerra civil soterrada que han mantenido Neymar y Mbappé en los últimos meses puede haber vencedores y vencidos antes de lo previsto. Atentos, porque el PSG es en estos momentos una bomba a punto de estallar y la deflagración puede convertirse en una oportunidad para el Barça.