Pas mal

Dembélé marcó

Dembélé marcó

Carme Barceló

Carme Barceló

Que un resultado como el 3-0 endosado por el Barça al Real Madrid haya quedado opacado por los de aquí y no por los de allí tiene su miga. Si ustedes tienen a bien leerme de forma más o menos habitual, sabrán que me ocupa y me preocupa cómo activan unos y otros los ventiladores y los portavoces. Los de allí son catedráticos y los de aquí, estudiantes de primero de carrera.

Marcados ambos clubs por el acento francés -más agudo el de la capital que el de proximidad- resulta que la más que posible marcha de Dembelé al aún equipo de Mbappé ha servido no sólo para desnudar el qué y el cómo de Ousmane sino para correr un tupido velo sobre los tres goles, tres, con los que el FC Barcelona sumó un nuevo clásico con victoria. Desde que Xavi es entrenador, los números cantan y afinan: siete victorias y tres derrotas. ‘Pas mal’, que dirían en el país vecino. ¿Se le ha dado el valor real que ello supone? Pienso que no. Y tras el último ‘baño’ blaugrana en plena pretemporada, menos.

Mientras servidora reivindica el triunfo, Mbappé y Dembelé siguen escribiendo su historia personal -y egoísta- versus la trayectoria mejor o peor de las respectivas entidades que les pagan religiosamente. Ambos son unos ‘buscavidas’ de lujo para los que tanto el PSG como el Barça son, simplemente, una etapa más en su camino. Al más joven le puede, lógico, su obsesión por llegar a lo más alto tras varios años en París sumando fracasos europeos. Al casi veterano, tras seis temporadas vistiendo de blaugrana con unos números que no dan para colocarle en la entrada del Museu, me da la sensación que le da igual ocho que ochenta.

Quince lesiones le contemplan, una vida deportiva irregular y una frase que se repite para describirle que, al final, no es más que un ‘claim’ publicitario: “Cuando él está en el campo siempre pasan cosas”. Pasan. Cierto. Su último gol fue el primero de los tres que encajó un Real Madrid que despierta mucha inquietud y, probablemente, el que cierre su etapa en la ciudad condal. ¿Cuántos recordamos que en más de dos mil cien días haya sido clave? Pocos. Poquísimos. Aquí no me vale el ‘pas mal’. Por contra, y a nivel económico, ‘au revoir’. Es lo que piensan los que hacen los números en los despachos y, a horas de saber si hay giro de guión o no, no estaría de más conocer las bambalinas de una operación en la que hay más sombras que luces a lo que al Barça se refiere.

Escribo estas líneas al filo de las siete de la tarde del martes, sé que Dembelé se subió a un avión rumbo a Las Vegas y Xavi se siente, de algún modo, traicionado. Si alguien se dejó las horas y casi la salud en recuperar, motivar, revivir y convencer al francés, ese fue el entrenador que le veía cada mañana con las legañas puestas. Un trabajo que, aunque muy bien pagado, iba más allá de cumplir. Era un reto con un jugador en el que había proyectado mucho. Una baja que, más que nadie, va a notar y a sentir él. ‘Je t’aime… moi non plus’, le habrá respondido Ousmane a su manera. Si ya es pasado, vivamos el presente y disfrutemos lo ganado, ‘s’il vous plait’.