Opinión

La noche que Xavi dijo basta y estalló

La bronca en el descanso del partido contra el Almería debe ser el punto de inflexión de la gestión del vestuario

Se ha acabado la táctica conciliadora, ha llegado el momento de la autoridad del entrenador

Xavi, durante el partido contra el Almería

Xavi, durante el partido contra el Almería / EFE

Xavi ha dicho basta. Se ha cansado de la desidia (de algunos) de sus jugadores. Tras comprobar que el vestuario ha dejado de ser una familia (¿de verdad lo fue en alguna ocasión?) ha decidido cambiar de táctica y pasar de la complicidad a la autoridad. La bronca que protagonizó al descanso del partido contra el Almería fue descomunal. A la altura de alguno de los enfados más sonoros de la época de Guardiola. La actitud intolerable de los futbolistas ante el colista provocó que el entrenador desatara toda su cólera con unos gritos que nadie podía imaginar en una personalidad habitualmente sosegada y conciliadora como la del técnico blaugrana. Cuando el diálogo no funciona hay que pasar a la acción. Sobre todo si lo que está en juego es tu cabeza. Xavi es plenamente consciente de que los malos resultados se lo pueden llevar por delante. Y una humillante derrota ante el peor equipo de la Liga hubiera desencadenado una crisis de consecuencias imprevisibles en el Barça. 

El rapapolvo no sé si sirvió para acabar con la negligencia de los jugadores (algunos, insisto), pero al menos evitó el KO gracias al doblete salvador de Sergi Roberto. Un triunfo agónico que permite pasar unas Navidades relativamente tranquilas. Unas minivacaciones que deben servir para reflexionar profundamente sobre el rumbo que debe tomar el proyecto a partir del mes de enero. Porque lo único que está claro es que no se puede seguir como hasta ahora. No hacer nada es el camino más rápido hacia el fracaso. Hay que tomar decisiones drásticas para evitar que la descomposición del equipo sea irreversible. Xavi tiene que replantearse su discurso: la culpa no es del entorno. Los únicos responsables son unos jugadores (no todos) que están rindiendo a un nivel decepcionante y han convertido el Barça (otra vez) en un cementerio de elefantes.

LA HISTORIA SE REPITE

La historia, lamentablemente, se repite. Pero esta vez es peor. Porque el Barça de Ronaldinho se instaló en la autocomplacencia después de ganar dos Ligas y una Champions. Y el Barça de Messi se hundió tras una década irrepetible de triunfos prodigiosos (sextete incluido). ¿Pero este Barça qué ha ganado para dormirse en los laureles? Nada. A Xavi se le escapó una frase lapidaria en la rueda de prensa tras el pésimo encuentro contra el Almería: “No tenemos la calidad del 2010. O corremos como animales o no nos llega”. Un Barça excepcional puede permitirse según que licencias. Este no. Y Xavi lo sabe. Por eso ha dicho basta. El que no demuestre la actitud necesaria para jugar se quedará en el banquillo. O en la grada. Se acabó el compadreo. Es la hora de la autoridad. Es la hora del entrenador...