El mundo por montera

Sandra Paños fue una de las azulgranas más destacadas ante el Lyon

Sandra Paños fue una de las azulgranas más destacadas ante el Lyon / FC Barcelona

Carme Barceló

Carme Barceló

Estoy hasta el unicornio -disculpen el comentario poligonero, mi educación en las Dominicas fue notable pero no sobresaliente por mi culpa- de los juicios y, sobre todo, de los prejuicios. Les confieso que tenía muy claro mi primer artículo de 2019. Fútbol femenino. Un Mundial por delante. Un Barça que vuelve más fuerte que nunca a hacer historia en la Champions. Una portada, la de este próximo sábado en nuestro suplemento Sport & Style, con un referente como Sandra Paños, la portera del FC Barcelona y de la selección. Un paso más en esta disciplina para mujeres y la apuesta histórica de diversas firmas comerciales para que las futbolistas y el deporte femenino en general cuenten con medios y visibilidad. Muy bien todo. Sí, sí. Estupendo. 

Pero hay una realidad tozuda que sigue marcando las horas, como el reloj de la Puerta del Sol, con los gritos y pitos de los españolitos que, por una vez, hacen algo a la vez. El penúltimo programa de El Chiringuito de Jugones, en el que tuve la fortuna de participar, dio voz a mujeres que a su vez son altavoz en el mundo del deporte. Allí estuvo Alba Palacios, una futbolista transgénero de Las Rozas CF. En las redes sociales, pitos y aplausos. En idéntica proporción. Ella nos puso en situación a todos desde el respeto y su lucha. Mientras los resultados en las últimas elecciones autonómicas nos obligan a aterrizar en la realidad, el cerebro y la educación nos deben seguir sirviendo para lograr objetivos y, de este modo, aumentar la visibilidad y reducir las dioptrías de los que no quieren ver.

A mi compañera Cristina Pedroche, que salió al balcón de la Puerta del Sol con el grito de guerra “¡a las armas!”, su barrio y su Rayo Vallecano la han machacado por su indumentaria sin escuchar su mensaje de denuncia, de igualdad y de libertad. Idéntico a lo que tienen que aguantar las futbolistas, ahora con la boca más pequeña a la vista del interés e intereses despertados. Ponerse el mundo por montera tiene un precio. Todavía. Que la Champions y el Mundial femenino sirva para que muchas no paguen por ello.