Opinión

Messi y el Barça, el pecado original

El PSG se despide de Messi con este vídeo

El PSG se despide de Messi con este vídeo / AFP

Los destinos de Messi y el Barça vuelven a separarse, si es que alguna vez hubo en estos últimos meses algún atisbo de que volvieran a unirse. En realidad, las razones por las que Messi no vendrá tienen mucho que ver con las razones por las que se marchó.

Es el Barça quien literalmente lo echó, entre lágrimas, aquel funesto 5 de agosto de 2021, y es el Barça el que no ha podido crear las mínimas condiciones económicas, legales y hasta emocionales para que pudiera volver ahora mismo.

Messi no solo no ha vuelto porque el Barça seguía sin poder cuadrar sus números (a pesar de haber prescindido ya de salarios como el de Busquets, Jordi Alba o Piqué), sino también porque la herida de su marcha todavía supuraba. Sin el pecado original, y el impacto que supuso para Messi, nada de lo que sucede ahora se entendería: por algo Laporta ha tenido solamente un brevisimo y testimonial encuentro con Jorge Messi, sin que haya podido reunirse con el propio jugador.

Pero para ser justos hay que empezar por el principio: el desencuentro de Messi con el Barça empieza con Bartomeu y todo su equipo, que fueron destinatarios del famoso burofax en el que se empezó el viaje de no retorno en el que estamos ahora. Messi se quedó un año más, desengañado, y cuando pensaba que todo se arreglaría con Laporta y el cambio de gobierno, no tardó en ver cómo el presidente que había prometido renovarlo en un asado fue el que acabó echándolo.

Messi se fue y quedó una fractura muy profunda. Dos años después, sin que las heridas hubieran terminado de cicatrizar y sin que se hubiera producido un encuentro reparador, ha habido una nueva aproximación, que en realidad, y vista en perspectiva, ha sido fruto más de un interés mutuo circunstancial de las dos partes que de una voluntad de sanar las viejas heridas.

Esta última ruptura deja un reguero de heridos: Messi, que ve como se le escapa el que era probablemente el último tren para jugar en el club de sus amores; Laporta, porque por segunda vez es incapaz de retenerlo o ficharlo, y Xavi, porque se la jugó en público y en privado por su retorno. El Barça vuelve a quedarse sin Messi, y cuesta entender por qué se lanzó a tumba abierta a por un fichaje, radiado en directo, que en realidad era casi utópico, vista la imposible cuadratura del círculo de sus propios números, y la poca delicadeza con la que ha tratado a su mayor leyenda. De los fangos del 2019, 20 y 21 vienen estos lodos.

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