Lo que se merece Iñaki Peña

Iñaki Peña durante el partido contra el Porto en Montjuïc

Iñaki Peña durante el partido contra el Porto en Montjuïc / EFE

Dídac Peyret

Dídac Peyret

La portería sigue siendo un de los territorios menos explorados por los entrenadores. A pesar de algunos disidentes, aún se impone un discurso hegemónico: conviene no rotar porque es una posición sensible. Es una máxima que convierte a los segundos porteros en los grandes olvidados y refórmula el tópico: efectivamente hay que ser especial para ser portero, pero sobre todo si te toca ser segundo.

Que se lo digan a Iñaki Peña, que ha tenido que amoldarse a un perfil bajo por la jerarquía de Ter Stegen, un portero que hizo sus ultimas concesiones cuando coincidió con Claudio Bravo hasta que dijo basta. Desde entonces nadie discute su rol de titularísimo, condición de la que también disfrutó Valdés, y que se ha ganado con buenas actuaciones.

El propio Iñaki Peña, que renovó hasta 20026, es el primero que parece haber encajado con deportividad la situación, incluso en circunstancias donde se ha cargado de razones para alzar la voz. Peña ha visto como pasaba a ser suplente con el primer rival exigente de la Copa o como seguía sin jugar cuando LaLiga ya estaba decidida para que Ter Stegen compitera por un récord individual. Una generosidad que pone en valor su papel en ese ecosistema de egos que es un vestuario en la élite.

Esta curso le ha llegado la oportunidad por la lesión de Ter Stegen en uno de los momentos más tensos de la temporada. Con el equipo en una crisis de juego en LaLiga y en un día clave de la Champions. Una situación exigente a la que ha respondido con solidez y discreción.

Peña ha hablado en el campo y ha enviado un mensaje: no hace falta forzar el regreso de Ter Stegen para competir en LaLiga y está listo para afrontar la Copa cuando llegue la hora de la verdad. Ante el Oporto se ganó al menos la posibilidad de poder intentar triunfar en el Barça.