Así ha matado Xavi a las vacas sagradas

Xavi quiere reforzar

Xavi quiere reforzar

Ernest Folch

Ernest Folch

La brillante victoria del Barça en Anoeta (¡otra vez Anoeta!) está destinada a ser un dramático punto de inflexión en la era de Xavi en el Barça. Con la salvedad de un partido anecdótico contra el Eibar en el 2020 el entrenador del Barça se atrevió, por primera vez desde el 2009, es decir, por primera vez desde hace trece temporadas, a prescindir de cualquier vaca sagrada (léase capitanes) en su alineación titular en un partido de Liga o Champions.

Con la ausencia forzada de Busquets, Xavi aprovechó para volver a prescindir de Piqué y enviar al banquillo a Jordi Alba. El experimento fue deportivamente más que aceptable, con un De Jong que sufrió al principio, pero con un Balde estelar y una dupla Christensen-Eric que superó con una buena nota un partido difícil. Xavi supo poner los mimbres para que su experimento eclosionara con la espectacular entrada de Ansu, y su impresionante compenetración con Lewandowski.

Sin embargo, lo trascendente de Anoeta no tiene que ver con el resultado sino con la carga simbólica de su atrevida apuesta: Xavi se liberó por fin de su pasado y, ahora sí, empieza desde cero con una 'tabula rasa' desde la alineación titular. Los capitanes por supuesto volverán de forma intermitente a ser protagonistas, pero ya nada volverá a ser lo mismo.

Porque Piqué, Busquets, y en menor medida Jordi Alba y Sergi Roberto, se han ganado ser leyendas del Barça, pero su rol deportivo en el presente está ya en decadencia. Pasan oficialmente de imprescindibles a complementarios: esto es lo que sucedió en Anoeta, el día en el que la media de edad del equipo titular fue solo de 23 años, una prueba de que ahora sí es un hecho la renovación, tantas veces invocada en discursos pero hasta ahora nunca materializada de verdad.

Nada ejemplifica mejor esta revolución que la cara de circunstancias de Piqué en el banquillo, que ve como en estos momentos hay entre tres y cuatro centrales por delante de él. Xavi ha matado, por fin a las vacas sagradas. Lo ha hecho con su inimitable estilo con el que deslumbraba en el campo: con discreción, inteligencia y elegancia, sí, pero las ha matado. Ahora sí, por fin, y con siete meses de retraso, ha empezado la era de Xavi en el Barça. Después del decepcionante empate contra el Rayo, Xavi quedó en un extraño bocadillo entre el vestuario que todavía no había revolucionado y un palco nervioso, que empezaba a descargar presión sobre el técnico a través de algunos de sus ventrílocuos.

En Anoeta Xavi empezó a acumular un bien muy preciado que se llama poder. Quien sabe si la segunda jornada puede ser una de las más trascendentes de toda la Liga.