La ilusión debe dar paso a las victorias

Dani Alves durante su presentación

Dani Alves durante su presentación / Pau Barrena

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

La ilusión del barcelonismo se ha desbordado con los fichajes de Xavi y Dani Alves. Nunca un entrenador y un lateral derecho de 38 años habían generado tanto entusiasmo. Es una clara demostración de que los culés estaban huérfanos de referentes y que el técnico y el veterano futbolista brasileño han sabido capitalizar esa necesidad. Un doble éxito que se ha apuntado Laporta, que ha entrado en un estado de euforia tal que ya se permite especular con el regreso de Messi e Iniesta. El optimismo está muy bien. Sobre todo viniendo, como venimos, de una etapa gris y derrotista. Hay que cambiar rápidamente el chip para evitar que el Barça se hunda en la miseria futbolística. Pero hay que ser prudentes. Y objetivos.

Todavía no se ha jugado ni un partido. Todo son buenas sensaciones. Y buenas intenciones. Hasta que el balón no empiece a rodar no podremos valorar si este positivismo está justificado. Estoy convencido de que contra el Espanyol el equipo saldrá a morder. Y contra el Benfica. Son dos encuentros cruciales para el futuro inmediato. Hay que ganarlos sí o sí. Para seguir vivos en la Liga. Y para no morir en la Champions. Xavi ha aportado frescura y exigencia al vestuario. Alves, alegría y ambición. Laporta, su habitual discurso triunfalista. Sin embargo, nada de esto servirá si no se suman victorias. Una detrás de otra. Y el primero que es consciente de ello es el propio entrenador.

Xavi sabe mejor que nadie que en el Barça perder tiene consecuencias. O debería tenerlas. Es consciente de que su crédito es, en estos momentos, infinito. Pero que los resultados son los que, finalmente, acaban marcando el éxito y el fracaso. Xavi está convencido de que esta plantilla (a pesar de las bajas por lesión y de la precariedad económica en los fichajes) es mejor, mucho mejor, de lo que parece. Y también cree que puede sacarle al equipo un rendimiento mayor al ofrecido hasta ahora. Con trabajo. Con criterio. Con profesionalidad. Y con el orgullo de pertenencia a un club único como el Barça.

Los shows de Alves (descalzo en el césped y en chancletas en la rueda de prensa) y Laporta están muy bien. Generan buen rollo. Y dan titulares. Pero lo realmente importante es lo que suceda, a partir del sábado, en el campo. Primero, en el complejo derbi ante el Espanyol. Y después, en el decisivo encuentro europeo contra el Benfica. Toda la esperanza que ha transformado la decepción del barcelonismo en ilusión en apenas dos semanas debe refrendarse ahora con victorias.