Sí que hay distancia, sí

Alberto Toril, entrenador del Real Madrid, en el Clásico de Supercopa

Alberto Toril, entrenador del Real Madrid, en el Clásico de Supercopa / EFE

Maria Tikas

Maria Tikas

No sé muy bien qué le pasaba por la cabeza a Alberto Toril, entrenador del Real Madrid, para decir en voz alta en la previa del clásico de Supercopa que “no hay tanta diferencia” con el Barça. Que no hay tanta distancia. Que ya se ha demostrado.

Primero, porque solo hace falta picar un poco a este equipo para que salga todavía más motivado, cuando ya lo hace por costumbre, como dijo Mariona Caldentey al término de la semifinal. “Cuando nos dicen que no hay distancia, solo pensamos en demostrar que sí que la hay”. Y segundo, porque negar una realidad no va ayudar a acortar, precisamente, esta distancia.

Hay distancia en los resultados -también en la Supercopa este año cuando los dos últimos clásicos de esta competición estuvieron mucho más ajustados-. Hay distancia en el juego, porque el Barça tiene muchas más versiones y recursos. Hay distancia en la plantilla -teniendo el Madrid, dicho sea, jugadoras de calidad como Teresa Abelleira, Linda Caicedo, Maite Oroz o Naomie Feller, entre otras-. Hay distancia en la metodología y el trabajo. En el hambre. Y hay distancia, y esto es lo que marca la diferencia, en la apuesta del club.

Recuerdo una entrevista de Alexia Putellas, en marzo de 2021, antes de ganar la primera Champions, que decía que se notaba mucho cuando un club tenía una sección femenina porque se la creía de verdad o porque se sumaba a una tendencia y era “lo que tenía que hacer”.

Pues el caso del Madrid es el segundo, aunque sea el segundo equipo con más presupuesto de la Liga F española. Lleva dos años seguidos sin pasar de la fase de grupos de la Champions -sin competir, apenas- y su máximo logro fue llegar a cuartos en 2022 y a la final de la Copa de la Reina la temporada pasada. Que se conforma con ser segundo y no aspira a nada más, por ahora. Y no lo digo yo, lo dice Alberto Toril.

El Madrid se conforma con ser segundo y no aspira a nada más, por ahora. Y no lo digo yo, lo dice Alberto Toril.

Lo peor es la falta de autocrítica, pues siempre hay excusas. Que si tenemos muy pocos años de vida, que si venimos de donde venimos. Y nada cambia. Se ficha a jugadoras ‘top’, como Weir, pero se escapan tantas otras, como Harder y Eriksson, en verano, que se fueron al Bayern, o Björn, hace apenas unos días, que firmó por el Chelsea cuando ya lo tenía casi hecho con el Madrid.

No es solo por el dinero. También porque no ven en el Madrid un proyecto ganador que pueda acercarse al Barça o a cualquiera de los grandes de Europa. Porque se dijo que con el equipo blanco el fútbol femenino entraba en otra dimensión. Y no sé a qué dimensión se referían.

Antes de atreverte a decir que no hay distancia -que Alexia lo dijo, comparándose con los Lyon y Wolfsburgo, cuando ya había disputado una final de la Champions y se había quedado a las puertas de otra al año siguiente-, por respeto a un rival todavía muy superior y por respeto a tu propio equipo, asegúrate de que sea verdad.

Insiste y trabaja para que el club se crea de verdad una sección en la que sí que hay materia prima para crecer (que ya lo ha hecho, aunque de forma irregular y no suficiente), pero en la que falta una apuesta real.