La gallina de los huevos de oro da muestras de agotamiento

Los operadores presentan contratos a la baja por los derechos del fútbol

Los operadores presentan contratos a la baja por los derechos del fútbol / IGNASI PAREDES

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

El fútbol se ha convertido en el primer espectáculo deportivo gracias a la televisión. Le da audiencia mundial y recursos económicos para crecer cada año. Es el mejor socio del fútbol ya que genera ingresos en concepto de derechos audiovisuales que superan de largo el dinero que aportan los espectadores acudiendo a los estadios.

Es un matrimonio de conveniencias. El fútbol aporta pasión, espectacularidad y seguimiento. La tele da audiencia, dinero y aval económico. Por dicho motivo, la televisión se ha convertido en la gallina de los huevos de oro del fútbol, un ingreso vital para la supervivencia de los clubs.

En estos días de confinamiento obligado, el fútbol por televisión ha sido el gran ausente. Los ‘deporadictos’ no han tenido su droga habitual. Las cadenas se han visto obligadas a reinventarse a base de emitir partidos históricos o gestas míticas de nuestros campeones.

También han recuperado protagonismo los documentales y los eSports, las competiciones de videojuegos que cada vez tienen más seguidores. Todo a la espera de que vuelva el fútbol como banderín de enganche de las audiencias millonarias.

El malnacido COVID-19 está provocando que el fútbol viva la peor temporada de su historia. 2020 será un año negro con números rojos que harán tambalear algunos clubs. La confirmación de la suspensión de tres Ligas europeas, Francia, Holanda y Bélgica, va a traer consecuencias en el futuro.

Canal+ ha decidido no pagar el último plazo de los derechos del campeonato francés, 100 millones. Discovery  Channel quiere renunciar a los derechos de la Bundesliga cuando todavía le queda un año de contrato. La última subasta de derechos audiovisuales del fútbol, la Champions del 2021 al 2024, ha sido adjudicada a la baja. La gallina de los huevos de oro da muestras de agotamiento. 

En época de vacas gordas los clubs han explotado sin escrúpulos a las televisiones. Lo pueden pagar caro ahora que algunas plataformas ya no consideran el fútbol como su principal motor de negocio, caso Netflix y Disney.

Si el fútbol no es capaz de crear nuevas audiencias, nuevas plataformas, nuevas formas de conectar con aficionados que ahora no pagan, los derechos de televisión no crecerán.

Incluso se vislumbra que con la crisis económica que viene coticen a la baja. Es necesario que lleguen nuevos ‘broadcasters’ que apuesten por el deporte más jugado en el mundo, en este sentido las grandes empresas tecnológicas americanas tienen algo que decir.

De momento solo Amazon ha movido pieza comprando los derechos de la Champions en Alemania, un paquete de la Premier en Inglaterra y Roland Garros. Mientras tanto, DAZN, la plataforma que se anunciaba como el Netflix de los deportes, no consigue el papel de protagonista que soñaba.

El mundo del fútbol tiene que analizar las consecuencias del fenómeno Netflix. Renunciando al fútbol y a los deportes, centrando su estrategia en series y cine, se ha convertido en la plataforma de pago número uno. Ha eclipsado a las televisiones generalistas, es la empresa de comunicación que más ha crecido en Bolsa el último año y con el confinamiento su liderazgo es indiscutible.

Golpe bajo al fútbol, que sigue sangrando

El coronavirus se ha convertido en un mal enemigo del fútbol, le ha asestado una puñalada por la espalda. Sin avisar, a traición. Un golpe bajo que ha dejado una herida sangrando que nadie sabe cuándo se va a cerrar. Máxime cuando después de tres meses de obligado parón, la Liga volverá pero con los estadios cerrados.

El fútbol, sin el color y la pasión de las gradas, será otra cosa. Se salvarán los ingresos de televisión pero será un campeonato que no pasará a la historia por sus resultados deportivos. Ante una pandemia mundial de estas características, el fútbol es una víctima poco significativa ante el caos económico y el paro que viene.

La Liga acabará con más pena que gloria. Los entrenamientos de la próxima semana serán desangelados. Los polémicos test del COVID-19 serán como un control antidoping. Jugar con los estadios vacíos no motiva a los jugadores, los partidos serán trámites administrativos obligados para cobrar de la tele.

Para los socios también será una sensación muy extraña convertirse en espectadores de sofá. El futuro campeón no podrá disfrutar de una celebración triunfal por las calles, los descendidos no deberán sentirse culpables.

El próximo verano todavía será más raro. En vez de la Eurocopa en julio tendremos el final de la Liga. En vez de los Juegos Olímpicos, en agosto asistiremos de manera virtual, que no presencial, a la fase final de la Champions. Maldito coronavirus.