Fútbol bonito y fútbol bueno

De Bruyne, en acción durante el partido entre Bélgica y Brasil

De Bruyne, en acción durante el partido entre Bélgica y Brasil / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

Bélgica tumbó al pentacampeón en un partido memorable. Apuñaló el pulmón carioca con contragolpes eléctricos y sobrevivió cuando Brasil echó el corazón por la boca, rozando el empate. Roberto Martínez -contrato en vigor y con la selección española buscando líder para nuevo proyecto-, hizo historia y metió a los diablos rojos, por segunda vez en su historia, en semis.

Fue un partido abierto, jugado de poder a poder. En lo colectivo, una pregunta al aire: ¿qué es jugar bien? Pues no está en los libros, ni en modas periodísticas. Se trata de ejecutar lo mejor posible la idea del equipo y el plan diseñado por el entrenador. Va de esconder defectos y potenciar virtudes. Bélgica jugó bien. Potenció sus virtudes y descubrió los defectos de Brasil.

Su interpretación del contragolpe fue una lección memorable. Tres pases y llegada volcánica. Por eso ganó. Gracias a las paradas de Courtois, al juego de espaldas de Lukaku y la clase de Hazard. Y a pesar de la magnífica entrada de Douglas Costa, los voltios de Coutinho y la chispa de Marcelo. Brasil pudo ganar, cierto, pero Bélgica golpeó, resistió y pasó.

Más allá del resultado y los valores colectivos, queda la manera de interpretar el juego. Ya se lo dijo Luis a Xavi: ‘Una cosa es el fútbol bonito y otra el fútbol bueno. Usted deme el bueno. El bonito, para engañar a cuatro’. Pocas veces dos maneras de jugar tuvieron un contraste tan brutal como en Kazán, personificado en dos futbolistas enormes.

Neymar fue fútbol bonito. De Bruyne, fútbol bueno. Neymar, efectista. De Bruyne, efectivo. Neymar, en el suelo. De Bruyne, en todas partes. Neymar, individualista. De Bruyne, colectivo. Fútbol bonito y fútbol bueno. Uno salió del Barça y puede acabar en Madrid, el otro está en la Premier y debería estar en Barcelona.

Al club azulgrana siempre le ha ido mejor fabricando Balones de Oro en vez de comprarlos, pero si ahora se tira más de cartera que de cantera, si hay que gastar dinero, fichen talento, inviertan en De Bruyne. Elige bien, tiene visión de juego, no abusa del regate, no conduce por conducir, se perfila de lujo y tira de cine. Su fútbol no es bonito, es bueno.