Opinión

El escándalo del que nadie habla... en la capital

OSASUNA / FC BARCELONA

OSASUNA / FC BARCELONA

En los albores del mes de agosto, a las puertas del campeonato, se citaron entrenadores y árbitros para clarificar normas y poner en común cuestiones que preocupan a ambas partes. Tras el encuentro, Xavi Hernández cerró su ordenador, torció el gesto y se marchó a casa muy preocupado. “No me gustó nada”, sentenció tras ver cómo le birlaban un penalti en Getafe por esa mano invisible de Gavi.

Me cuentan que en esa reunión con el estamento arbitral, el técnico azulgrana asistió a dos momentos que le dejaron de piedra. Uno, cuando Ancelotti tomó la palabra para pedirle a Medina Cantalejo, presidente del CTA, que no se acudiera tanto al monitor para revisar. El otro, cuando vio el colegueo de Medina con Carletto, en un tonillo que nada tuvo que ver con el que luego utilizó con los demás. Literalmente, Xavi flipó. ¿Y quién no? El club que se quejaba de perder ligas por la ausencia del VAR, clamando ahora, de repente, por restarle influencia. De risa. Cabría recordar que en la última temporada, si no hubiera operado el VAR, el Madrid se hubiera llevado el título... con trampas.

Probablemente, Xavi leyó en esa dirección el giro de Ancelotti, pero entonces, tras haberse ventilado solo una jornada, ni por asomo se imaginó lo que vendría después. A seguir, brazo catedralicio no señalado a Bellingham en el empate ante el Almería; gol legal anulado al Celta en una falta a Kepa que solo vio el VAR y la rúbrica colosal del sábado en el Bernabéu: mano de Carvajal sin pitar, una patada de Rüdiger que debió ser roja y la incomprensible resolución del gol de Joselu, que supuso el empate.

Malas decisiones

Si cuando la pone Modric, el delantero arranca de un fuera de juego que no solo le permite porfiar por el remate sino que trata de alcanzar el balón para generar dudas en la defensa rival, ¿dónde está la segunda jugada? La mano de Djené y todo lo que viene luego ya no existe. Si es mala la decisión que se tomó, aún es peor la explicación que dieron desde la sala. Desde luego, no deberíamos vincular nunca la victoria o la derrota a una determinada actuación arbitral.

De verdad, creo que una liga de 38 partidos la gana el mejor. Así lo defendí y así lo seguiré defendiendo. Pero sí me parece que hay algo que no se puede comprar: el cinismo de quiénes, silenciando permanentemente el escándalo cuando este favorece al Real Madrid, aprovechan ahora un penalti meridiano a Lewy para ensuciar el triunfo azulgrana en Pamplona y empezar a prevenir otro posible fracaso blanco en la Liga. Antes del parón era ya un buen momento para decirles que se les ve a la legua.