El día que nos quitemos la doble presión...

Laia Sanz

Laia Sanz / EFE

Laia Sanz

Laia Sanz

Siempre he pensado que cuando hay que celebrar una fecha reivindicativa, algo no acaba de funcionar bien. Hoy es el día de la mujer trabajadora. Muy bien, pero ¿se celebra el día del hombre trabajador? Pues eso. Vosotros, chicos, no necesitáis reclamar una igualdad salarial, igualdad de oportunidades o el fin de la violencia machista, por ejemplo. Nosotras, no tenemos más remedio que seguir haciéndolo hasta el día que ya no tenga sentido marcar este día en el calendario.

También en el deporte tenemos que luchar contra las discriminaciones de género, incluso para conseguir una igualdad de oportunidades mediáticas. Por eso, cada conquista femenina en el deporte es como un desafío al statu quo. Lo fue cuando empecé a competir en trial con los niños porque no existía aún ninguna categoría femenina y era el “bicho raro”, no tanto a ojos de mis compañeros, sino más bien de sus padres. Entonces tuve que escuchar como alguno de esos padres le decía a su hijo “haz lo que sea, mientras no te gane la niña”.

Pero la niña ganó el Campeonato de España de Trial cadete. A algunos no les sentaría muy bien y eso es lo triste, porque aún hoy, después de tantos años, cuando una chica gana o lo hace bien tiene que soportar comentarios de todo tipo. Y ya no digamos cuando nos sale algo mal o cometemos un error. Entonces la explicación es que como es una chica, es normal que no lo haya hecho bien.

Siempre nos vemos obligadas a soportar el doble de presión: la de conseguir resultados -como los hombres- y la de superar el estigma de ser mujeres practicando deportes para los que no hace tanto tiempo se decía que no estábamos capacitadas. Por eso, hoy más que nunca me acuerdo de aquellas mujeres que rompieron las barreras, como mi referente de infancia Michèle Mouton (Subcampeona del Mundo de Rallys en 1982), Maria Grazia “Lella” Lombardi (sexta en el Gran Premio de España de F1 de 1975),

Jutta Kleinschmidt (vencedora del Rally Dakar de 2001), Danica Patrick (cuarta en las 500 Millas de Indianápolis de 2005) y, claro, Ana Carrasco (Campeona del Mundo de Supersport 300 el año pasado), sin olvidarme de las muchas chicas que anónimamente tratan de prosperar en un mundo en el que aún nos quedan muchas (cada vez menos, eso sí) barreras por romper. El día que las rompamos todas ya sólo tendremos una presión que soportar.