El día que Messi regrese al Barça

A diferencia de Bartomeu, Laporta tiene ahora autoridad para hablar con Messi sobre su vinculación con el Barcelona una vez haya colgado las botas.

Messi

Messi / David Del Pozo

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça vuelve a ilusionar, Koeman es el primer entrenador desde Guardiola que cree de verdad en los jóvenes, el ‘efecto Laporta’ ha servido para cambiar el estado de ánimo del barcelonismo... De acuerdo. Pero siendo todo cierto, la felicidad del culé, para que sea duradera y estable, depende inevitablemente del futuro de Messi. Laporta se encuentra con el mayor desafío de su mandato en la primer curva de su larga y compleja carrera: la decisión de Messi es en realidad la mayor encrucijada del Barça de las últimas décadas: el presupuesto, el proyecto deportivo y evidentemente el estado de ánimo del barcelonismo, todo depende de cómo y cuándo deshoje la margarita el crack blaugrana. Sin embargo, el impacto inmediato de la decisión no nos puede hacer confundir lo urgente con lo importante: porque, cierto, es muy importante a corto plazo que Messi se quede en el club unos años más, en los que puede hacer de tutor a una esperanzadora hornada de niños, como hemos visto en estos últimos partidos. 

Pero todavía es más trascendente, a largo plazo, que sea embajador, imagen del club, y representante global de la marca Barça cuando ya se haya retirado. Porque lo realmente ilusionante es que Messi aceptara una vinculación vitalicia con el club de su vida y que el acuerdo que negocie con Laporta pueda superar su marco estrictamente deportivo. Como ya volvimos a comprobar el día de las elecciones con su emocionante foto votando con su hijo, nada ni nadie puede igualar el poder mediático del ‘10’ blaugrana, capaz de explicar al mundo entero la grandeza democrática del Barça en una sencilla imagen. Un poder que aumentará exponencialmente cuando se haya retirado, y sea ya una leyenda en vida. ¿Cuánto le costaría al club diseñar campañas de marketing si no cuenta con el mejor jugador de la historia? Es este Messi, el que se paseará por el mundo tras colgar las botas, despertando admiración y respeto, el que no se le puede escapar al Barça bajo ningún concepto.

Y en el caso que el crack decida ir a probar suerte en algún otro club en los últimos años de su carrera, al menos debería estar atado su posterior regreso al club, en un nuevo rol ni que sea más institucional. Porque lo verdaderamente grave del burofax de este pasado verano no fue solamente que Messi se podría haber ido por culpa de sus pésimas relaciones con la directiva de Josep Maria Bartomeu sino sobre todo que se podría haber roto el cordón umbilical que le ha unido al único club de su vida profesional. Llevamos meses temiendo con razón al día que Messi se vaya, pero quizás deberíamos pensar más en el día que Messi regrese. Al fin y al cabo, es ley de vida, aunque duela, que se abandone la casa que se quiere para poder ir a probar nuevas experiencias. Lo que sería imperdonable es que no pusiéramos todo de nuestra parte para que un día vuelva, y sienta que el Barça tiene que ser para siempre su única casa.