Cristóbal Muñoz, ojito derecho de La Masia

Cristóbal Muñoz celebra uno de sus goles en Arona

Cristóbal Muñoz celebra uno de sus goles en Arona / LaLiga

Albert Rogé

Albert Rogé

Hace un año, Cristóbal Muñoz ocupaba una de las primeras páginas de este periódico. ¿El motivo? El Infantil B del Barça se había proclamado campeón de LaLiga Promises Internacional en Arona. El centrocampista azulgrana fue el líder de ese equipo y por tanto, uno de los que se llevó más protagonismo del foco mediático. Es decir, de la prensa, del público que lo veía en la televisión y de las redes sociales, que ya le comparaban con Messi por sus goles y sus jugadas. Y saben lo mejor, un año después, Cristóbal sigue siendo el mismo niño tímido que enamoró a todos. Y eso tiene mucho mérito.

Una de las cosas que siempre trata de evitar el Barça es que a los niños se les suba la fama a la cabeza. Con torneos como LaLiga Promises es fácil que ocurra ya que hay mucha gente que los está viendo por primera vez. A todos nos ha pasado en estos torneos de Navidad. A mí me pasó con Gerard Deulofeu o Fran Álvarez. Y a muchos les pasó con Cristóbal Muñoz. Y eso lo notó en los días posteriores donde se le acumulaban los amigos, los seguidores en Instagram y los artículos de prensa. Pero Cristóbal está muy bien rodeado. Sus padres siempre le han arropado y en su hermano Kike, que también sigue sus pasos y ya destaca en el Almería, club donde se formó.

El Almería siempre fue su equipo hasta la llamada del Málaga. El club andaluz tenía depositadas grandes esperanzas en él y lo dejó cedido en el Pavía antes de incorporarle de lleno a la entidad. El Barcelona, que lo seguía de cerca, estuvo rápido y cerró su incorporación sin que el Málaga pudiera reaccionar. Los azulgranas jugaban con una baza a favor, Cristo, como le gusta que le llamen, es del Barça desde pequeño. Para él sí que se cumple esa frase de que “siempre había soñado con jugar en este equipo”. Por ello, intenta no perderse ninguno de los partidos que el Barça disputa en el Camp Nou. Allí tiene un doble objetivo. Primero disfrutar del encuentro y segundo fijarse en los jugadores que juegan en su posición. En el club siempre les animan para que vayan y observen. Es una de las clases prácticas que menos cuesta de hacer. 

En La Masia, Cristo está totalmente integrado. Desde su llegada siempre ha sido el ojito derecho de los grandes de la residencia. En Álex Collado tiene a un amigo. Comparten tiempo dentro de La Masia pero también fuera de él. En ellos se apoya en los momentos que más echa de menos a su familia. A menudo tendemos a pensar que todo lo que pasa en el Barça es idílico y no es así. Durante esta temporada, el Infantil A donde juega Cristóbal está viviendo un inicio de campaña complicado. Lesiones, derrotas, malos partidos. Todo se ha juntado. Pero el bueno de Cristo aprovecha esta mala época para conocer la realidad del fútbol y aprender a saborear los mejores momentos. Eso es lo que se encontrará si quiere triunfar. Alegrías y tristezas. Pero siempre rodeado de los mismos.