El valor de construir un camino ganador

Las campeonas celebrando la consecución de la Champions

Las campeonas celebrando la consecución de la Champions / VALENTI ENRICH

Bojan Krkic

Bojan Krkic

Recuerdo los días previos, siendo alevín, a los derbis contra el Espanyol. Yo jugaba en el Barça y Marta Torrejón lo hacía en el Espanyol. Éramos rivales y tenía muy claro antes de enfrentarme a ella que sería un partido difícil. Era, como sigue siendo, competitiva al máximo, una actitud a la que sumaba unos conceptos tácticos por encima del resto. Con el tiempo, cada uno ha seguido su camino, pero ambos hemos logrado ganar la Champions con la camiseta del Barça, aunque nada tienen que ver ambos títulos. 

En mi caso, aunque fuera entonces un sueño muy lejano, no dejaba de ser una posibilidad factible, algo que, con mucho esfuerzo y perseverancia, podía convertirse en realidad, como así fue en Roma y Wembley. En cambio, desde el punto de vista de Marta Torrejón, plantearse algún día levantar el trofeo más importante de clubs a nivel europeo era inconcebible, algo tan lejano que incluso podía considerarse una utopía. Y ese es, precisamente, el gran triunfo de Marta y de todas sus compañeras del equipo femenino del Barça: hacer posible lo imposible. No es el 0-4 ante el Chelsea en la final. Ni siquiera lo es, pese al espectáculo ofrecido, el juego exhibido durante los noventa minutos. Lo que convierte a esta Champions en algo excepcional, en una meta mayúscula, es el camino recorrido hasta levantar el trofeo.

Durante muchísimos años estas jugadoras han disfrutado del fútbol sin más aspiraciones que disfrutar de este deporte. Mientras el primer equipo del Barça disfrutaba de todas las facilidades del club a nivel de estructura e instalaciones, el femenino vivía en el más absoluto amateurismo, cambiándose incluso (lo he visto con mis propios ojos) en los pasillos del Mini Estadi, en cuyo césped ni siquiera jugaban. Recuerdo ver a muchas futbolistas lesionadas porque tampoco tenían una preparación física adecuada. Jugaban por el placer de jugar sin pensar más allá del próximo partido. Y todo ello idolatrando a un fútbol masculino que, en cierta manera, las despreciaba. Pero ahí está Marta. O Aitana, cuyas nociones futbolísticas tampoco he visto en muchos jugadores. Ni siquiera hoy, después de ganar la Champions, piden nada a cambio, solo quieren seguir disfrutando. Podrían exigir el Camp Nou, pero no lo hacen. Ganar la Champions no las desvía del plan original, que no pasa por equipararse al fútbol masculino, sino por seguir soñando. Sigamos dignos de ellas y permitamos que el camino siga siendo lo más importante.

La reconstrucción pasa por la autocrítica

El primer equipo de fútbol masculino está en pleno proceso de reconstrucción y quienes deben llevarlo a cabo harían bien, aprovechando la coyuntura, en observar qué se ha hecho en el fútbol femenino. La perseverancia, la constancia y el trabajo inclusivo debe ser la base de todo. No voy a entrar en nombres ni en listas de altas y bajas porque eso es tarea de quienes tienen esa responsabilidad, pero sí creo que la clave está en mirar hacia dentro y analizar qué es lo que ha hecho del Barça uno de los mejores clubs del mundo. La reforma pasa por volver a la disciplina, desde el fútbol base al primer equipo. Se trata de ser fieles a lo que debería ser innegociable: la autocrítica, el orden y la constancia. Excusarse en la crisis económica provocada por la pandemia no creo que sea el camino porque la reconstrucción pasa por identificar qué hemos hecho mal nosotros como punto de partida. A partir de este ejercicio ya será posible hablar de nombres propios con los que volver a edificar un proyecto.